Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

Estuve en Guatemala del 5 a 18 de febrero, por razones políticas. No para apoyar a ninguna de las más de veinte opciones de binomios presidenciales, sino que para determinar qué proceso unitario podemos impulsar para obtener una significativa presencia de diputadas y diputados honestos en el próximo Congreso -mejor si más del cincuenta por ciento de representantes del centroizquierda y la derecha democrática- y un poder Ejecutivo en manos de personas capaces y probas. Es evidente que un triunfo de la ciudadanía honesta depende de la participación más amplia posible y de una vigilancia estrecha sobre el proceso electoral. Las y los ciudadanos no corruptos deben votar -aun si se inclinan por el voto nulo- para lo cual deben estar debidamente inscritos. Es inconcebible que el Estado haya limitado el voto en el extranjero, de múltiples maneras. Sabe la dictadura de la corrupción, que las y los migrantes desean aplicar el voto castigo y, por ello, la “limosna de voto” que nos han dado será utilizada por menos del veinte por ciento de quienes vivamos en el extranjero. Los problemas con los pasaportes, bajo control del Ministro de Gobernación, con el Renap y con la modalidad de voto que se quiere experimentar, de manera exclusiva en Estados Unidos, deslegitima desde ya el proceso electoral. Votarán pocos migrantes, por fallas del Estado, y nos reservamos el derecho a plantear su inconstitucionalidad.

Pude notar un realismo mayor entre las fuerzas de centroizquierda, que saben que colocar alguno de sus binomios en la segunda vuelta está reducido a un par de ellas. Todas le apuntan a obtener una diputación, como mínimo, que les permita seguir vigentes como partidos políticos. Es evidente que esa posibilidad está limitada a departamentos específicos y, quizás, un par de cargos en la lista nacional de diputados y diputadas. En este esfuerzo, se distinguen dos líneas de acción: por un lado, cada fuerza debe esforzarse al máximo por obtener sus votos; por otro, en lugares donde la propia fuerza sea evidentemente insuficiente, se deben canalizar todos sus votos hacia la fuerza honesta que tenga mayores probabilidades de ganar. Fácil de decir; pero difícil en la práctica. Se requerirá escuchar los llamamientos a la unidad que desde ya hacen muchas organizaciones, incluida la Asamblea Ciudadana contra la Corrupción y la Impunidad. Se ha iniciado ya el proceso de diálogo y se espera la respuesta afirmativa de las fuerzas no corruptas. He podido percibir, dentro de las capas medias, dos convicciones: están hartas de las y los corruptos y decididos a excluirlos de cualquier puesto en el futuro; y hay una aceptación grande de la candidatura de Thelma Aldana. No es ella una persona de izquierda y ni siquiera una persona que haya participado en política partidista. Tampoco es izquierdista la fuerza que la postulará, Semilla; son eso sí, personas capaces y probas, que han inventado modalidades de hacer política que se escapan de los financiamientos, procedimientos y candidaturas tradicionales. La izquierda y el centro deberán apoyarla, no a cambio de favores, sino que por el bien del país. ¡No más pacto de corrupción!

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