Es penoso ver que nuestras autoridades mienten con todo descaro sin medir las consecuencias de sus acciones. Ayer, contactados por La Hora los responsables de información en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) respecto a la afirmación del presidente Morales de que Guatemala había ingresado a esa organización, misma que fue repetida en portada en el Diario de Centro América reiterando la cantaleta que era por reconocimiento a los esfuerzos anticorrupción de este gobierno, desmintieron categóricamente a nuestras autoridades que han quedado en ridículo no sólo aquí sino a nivel internacional.
Y lo peor es que no les da ninguna vergüenza quedar en evidencia como mentirosos porque lo hacen con tanta frecuencia y de manera tan descarada que obrar así para ellos ya es algo natural. Y frente a los desmentidos tratan de acomodarse con argumentos como el del Diario Oficial que, luego de la publicación de la verdad en La Hora, atribuyó todo a un mal entendido y error. No hay tales, porque fue un manejo malicioso y perverso de la información a efecto de confundir con el ingreso a un Centro de Desarrollo que, como su nombre lo indica, es un lugar para tener acceso a informaciones para mejorar las condiciones de desarrollo en los países de América Latina, Asia y África que tienen problemas en ese campo. Ni una palabra respecto a que el ingreso sea un premio o reconocimiento por el tema de la transparencia porque, si así fuera, ni a ese centro hubiera podido tener acceso nuestro país bajo este gobierno que está desmontando la lucha contra la corrupción, como lo han podido corroborar los miembros más objetivos de la comunidad internacional.
Gobernar un país es cosa más seria que dirigir una tropa loca en mediocres programas de televisión y eso es algo que no ha entendido ni el gobernante ni su entorno más cercano. Cuando un gobernante miente de manera tan descarada no sólo pierde él en lo personal la credibilidad sino que debilita la institución misma de la Presidencia en la que la gente deja entonces de creer y confiar, y eso es ya una de las graves consecuencias que ha tenido el período presidencial de Morales.
Algunos dicen que no mintió sino que pecó de ignorante, pero la verdad es que cuesta mucho suponer que un gobernante no entiende la diferencia entre las peras y las manzanas, sobre todo teniendo a su alrededor a un equipo muy bien pagado que puede y debe sacarlo de la ignorancia para que deje de hacer el ridículo.