Arlena Cifuentes
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En la actualidad, el Congreso tiene en sus manos la posibilidad de aprobar un préstamo por cien millones de dólares que estaría otorgando el Banco de Internacional Reconstrucción y Fomento (BIRF), el cual es parte del Banco Mundial con el objetivo de combatir la desnutrición infantil bajo el nombre “Crecer Sano: Proyecto de Nutrición y Salud”.

Me parece del todo inaceptable que a estas alturas, en una coyuntura con un Gobierno que está por terminar su mandato y el experimento que resulte electo, los organismos internacionales se presten a otorgar préstamos de este calibre no obstante y tener sus propios mecanismos de fiscalización sobre el manejo de los fondos, lo cual no es suficiente. Por otra parte, ningún Gobierno presente ni futuro tiene la solvencia moral para asumir compromisos que sabemos que ni en el transcurso de varias generaciones podrán ser pagados. Pero quizá lo más importante es saber que no serán canalizados para los objetivos planteados.

Los saqueos financieros de los que ha sido objeto el Estado de Guatemala a través de los diferentes gobiernos, los cuales se hacen más evidentes en el 2015, deberían a estas alturas, significar un freno para la comunidad internacional a la hora de pactar este tipo de desembolsos. En lo personal, veo una tremenda irresponsabilidad y ligereza de su parte sabedores de que no serán utilizados, en el caso que nos ocupa, para el combate a la desnutrición.

La comunidad internacional, debe cambiar drásticamente los procedimientos a través de los cuales se negocian y se implementan los préstamos como las donaciones. Exigir como mínimo el desarrollo de políticas públicas de largo alcance y comprobar periódicamente el cumplimiento de los compromisos que se adquieran, asegurándose que efectivamente hayan avances palpables lo cual es imperativo. Los desembolsos deben ser parciales y hacerse únicamente si se comprueban resultados. Es inaceptable continuar paleando las crisis que provocan los problemas estructurales no resueltos por décadas y centurias.

El Embajador de la Comunidad Económica Europea nos compartió en diciembre del año pasado, en el marco de un encuentro con columnistas, que dicha institución tenía una donación disponible para el combate a la desnutrición cuyo único requisito era la presentación del proyecto por el ente encargado el cual no había sido presentado a través del tiempo, de lo cual deducimos que no existe ni el interés ni la conciencia de la dimensión que los efectos de este flagelo tiene tanto en el ámbito humano, vedándole a la niñez el derecho a la vida y condenando a nuestro país a continuar viviendo en el subdesarrollo.

Los guatemaltecos debemos ser más proactivos, por qué no exigir a los contendientes que participarán en el proceso electoral, el compromiso de gobernar bajo un “régimen de austeridad”. En la devastación económica en que se encuentra el país esta sería una muestra de voluntad política, y debiera constituirse en un requisito de la ciudadanía. La reducción voluntaria de los sueldos y viáticos de los funcionarios en un 50%, sería una propuesta atractiva para el electorado y de mucho beneficio para el país. El pueblo debe poner a prueba a quienes aspiran a llegar al poder, démosle a nuestro VOTO su verdadero valor.

La comunidad internacional representada en nuestro país debe actuar con mayor responsabilidad. La diplomacia no ha sido una de mis cualidades, inclusive en los foros internacionales en los que he participado. Creo que a las cosas hay que llamarlas por su nombre. La diplomacia tiene que adecuarse a las distintas realidades; tal vez tenga que reinventarse y sus contrapartes en sus países de origen también tendrán que hacerlo.

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