Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Son muchos los que se llenan la boca diciendo que con su actividad mantienen a Guatemala y sienten que ello les da el poder y la autoridad de ejercer enorme influencia, cuándo no dar órdenes, las autoridades. Sin embargo, la realidad es muy distinta, como lo demostró el extraordinario reportaje publicado en La Hora y en La Hora Voz del Migrante la semana pasada (https://wpvip.lahora.gt/produccion/se-necesito-sumar-las-exportaciones-para-ganarle-a-las-remesas-como-logramos-sostenibilidad/), autoría de los colegas Grecia Ortíz, Margarita Girón y Douglas Gámez, en el que se demuestra que hay que sumar todas las exportaciones del país, tradicionales y no tradicionales, para superar por poco el producto de las remesas que envían nuestros compatriotas que viven en el extranjero, especialmente en Estados Unidos.

Y como me decía uno de los más acuciosos columnistas de La Hora al comentar esas cifras, de no ser por las remesas, Guatemala estaría sufriendo una crisis económica similar a la que hay actualmente en Venezuela. En efecto, por exportaciones el país recibe once mil millones de dólares, provenientes de lo que vendemos al exterior sumando todos los rubros de exportación, superando por no mucho los nueve mil trescientos millones que mes a mes llegan a familiares de las personas que se vieron forzadas a emigrar por la falta de oportunidades en su propia patria.

Y el dinero de las remesas se distribuye entre varios millones de personas a las que llega de manera directa, mientras que el fruto de las exportaciones beneficia a los productores y en alguna medida a los trabajadores que participan en el proceso de producción. En otras palabras, no es descabellado afirmar que sin las remesas Guatemala tendría niveles de pobreza mucho mayores a los que ya existen en dimensiones de verdadero escándalo.

El migrante guatemalteco es doblemente despreciado, puesto que en Estados Unidos la vida se le ha vuelto mucho más complicada en los últimos dos años no sólo por las acciones de las autoridades para perseguirlos y deportarlos, sino porque se ha exacerbado el sentimiento xenofóbico producto de la retórica del mismo Presidente de ese país que está constantemente llamándolos criminales peligrosos, lo que ha aumentado los sentimientos racistas en contra de todos los inmigrantes de origen centroamericano.

Si algunos se pueden llenar la boca diciendo que con su actividad realmente mantienen al país son los migrantes por los que tan poco se hace y a quienes hasta el derecho a voto, ya aprobado legalmente, se les dificulta por la indiferencia de las autoridades electorales. En cambio, los otros que presumen de mantener al país sí tienen derecho de picaporte con los políticos, derecho que adquieren mediante ese financiamiento electoral que ahora algún abogadillo dice que no es delito de alto impacto, aunque sea el crimen que destruyó la capacidad del Estado para atender sus funciones y promover el bien común.

Si prácticamente la mitad de las divisas que recibimos provienen de las remesas, tenemos que abrir los ojos para entender que no tenemos un sistema económico que funcione y que sea sostenible. Y menos cuando esa misma gente que presume de sus “aportes” es la que rabiosamente aplaude la política antimigrante de Trump y sus huestes conservadoras.

Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

post author
Artículo anteriorEl estudiante guatemalteco ante el lenguaje de las matemáticas, la lógica y la lengua o idioma -2-
Artículo siguienteLas relaciones con Suecia