Mario Alberto Carrera
marioalbertocarrera@gmail.com
Dedico este texto –en dos entregas- a doña Thelma Aldana por considerar que es la persona que, a mi juicio, ocupará la Presidencia de Guatemala. Acaso le pueda ser de utilidad en la concepción y redacción de su plan de gobierno, que deberá enfocarse -con toda energía- a la disolución y erradicación de la corrupción y la impunidad, pero sin descuidar las materias que -muy en volandas y superficialmente- tocaré aquí.
La causa que me ha llevado a pergeñar estas cuartillas es la entrevista que dos inteligentes redactoras de Prensa Libre nos hicieran al Dr. Luis Von Ahn y a mí, y que apareció publicada el 9 de este mes (p. 7) con el titular de “La ciencia abre las puertas al desarrollo” y el subtítulo: “La riqueza cultural radica en entender significados”. Encabezados que responden a la inquietud que produce en los medios intelectuales del país (cada día más flacos) la información en torno a que los estudiantes (el reportaje que nos hicieron apunta más a los de primaria y secundaria) sacan bajísimos punteos en las materias fundamentales de sus estudios: Lenguaje y Matemáticas, muy inferiores, sobre todo en la Educación Pública, que corresponde a la inmensa mayoría de las capas de la clase media-baja y baja; que realmente constituye ¡y ES!, el país. Por lo tanto la primera premisa del silogismo o del argumento sería la de que Guatemala es un país construido sobre la base de una educación, una instrucción y una cultura (enrostradas a lo mundial) de bajísimo nivel, pues en algunos aspectos de “Desarrollo Humano” nos encontramos ya más abajo que Haití, es decir, en el punto de mayor inferioridad latinoamericano, tal y como se informa constantemente en los datos que nos ofrece el Pnud: Programa de las Naciones Unidas (ONU) para el Desarrollo.
Por supuesto que esto no pinta igual aplicado a la educación que ofrecen instituciones como el Colegio Americano de Guatemala-Universidad del Valle; o los varios colegios –por ejemplo- ubicados en la carretera a El Salvador: la gente de posibles puede recibir en Guatemala una instrucción muy similar a la de sofisticados colegios de Europa o Estados Unidos donde los educandos, en aulas de no más de veinte alumnos, pueden sumergirse -tal vez de manera óptima- tanto en Matemáticas como en Lenguaje.
Porque vivir en Guatemala es “mágico”. Es vivir a la vez en la Edad Media (educación pública) y, también, en el siglo XXI de mayor desarrollo científico y cultural: el de los acomodados. Los pobres no aprenden ni saben casi nada y los ricos saben tanto que puede dominar fácilmente a las masas ignorantes. Así ha sido desde hace 500 años. Pero yo le pregunto a doña Thelma: ¿Así seguirá siendo por siempre? ¿O alguna vez nos abriremos a la inclusión masiva en materia de educación y cultura? Porque ello es una forma de revolución… ¡pacífica! Y si se quiere, sin ideologías. Pero la ideología también es necesaria. Y sobre todo: que se comprenda. Hay que enseñar cómo ha sido la verdadera Historia de Guatemala y, en especial, cómo fue y como son sus codas de la Guerra Civil Guatemalteca, mal llamada en los Acuerdos de Paz sin cumplir (también en el campo de la educación) “enfrentamiento armado Interno”.
2020 debe ser el año para cambiarlo todo en Guatemala. Pero no para que- “zánganamente”- todo quede igual, como en “Il Gatopardo”.
La Educación y la cultura intercultural deben ser la base de ese cambio y de nuestra revolución. Porque los pobres son los que están mal en Matemáticas y Lenguaje, los ricos, no. Entonces, peleemos por una educación pública de calidad inclusiva, ¡para todos!
Continuará el próximo lunes.