Alfonso Mata
Acabo de toparme con algo que agitó mi razonamiento: «La soberanía no puede ser representada por la misma razón que no puede ser alienada, consiste esencialmente en la voluntad general, y la voluntad general no está representada.» (Jean-Jacques Rousseau). Para Alexis de Tocqueville, conserva un significado más amplio «la democracia no solo se refiere a formas de gobierno, sino que también se refiere a una forma de sociedad con el valor de la libertad y la igualdad como centro». Abraham Lincoln lo describió como «gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo». Y ya en pleno siglo XX, para el filósofo Paul Ricœur, una sociedad democrática se reconoce a sí misma como dividida; es decir, atravesada por contradicciones de intereses, pero también costumbres y tradiciones.
Finalmente si queremos ser puristas y desenmarañar más, nos vamos a la etimología: así, el término «democracia» (del griego antiguo demokratía, combinación de demos, «territorio», que proviene de daiesthai, «compartir», luego «todos los ciudadanos», y kratos, «poder». Bien entonces en un ligero check-up cabe preguntarnos ¿somos una democracia? Usted se debe contestar la pregunta, yo le proporciono más argumentos al respecto. Continúa Alexis de Tocqueville: la democracia se centra más en las dimensiones culturales y no sólo y con predominio del propio sistema político o, más, es un conjunto de valores, principios políticos y sociales, y culturales. Lo que si queda claro es que en todos esos conceptos nos refieren a un régimen político en el que los ciudadanos tienen poder. En términos más generales: a una forma de sociedad, de gobierno y gobernanza con un sistema de valores, ideales y principios políticos, sociales o culturales y todo ello sorprendentemente se llama «democracia». La pregunta es ¿existe la forma en que todos los grupos participan y benefician de ello?
Sigamos y desmenucemos el concepto como proceso democrático. El proceso democrático viene a ser una respuesta a la expectativa (educación, trabajo, salud) legítima de los ciudadanos de todas las edades y categorías sociales y se da en doble vía: espacio y tiempo en dónde expresan sus expectativas y preocupaciones y luego satisfacen y se les ayuda a satisfacerlas, siempre que no violente ello a otro grupo. De ello surge otra pregunta ¿tenemos tal espacio y tiempo para todos?
Ahora analicemos concepto y proceso en el tiempo. Es curioso, el deseo democrático es fuerte en todos los habitantes del territorio, pero en la mayoría, tal sentimiento renace casi impuesto, cada cuatro años y en segundo lugar, la mayoría de ciudadanos no experimenta formas de participación durante casi toda su vida (reunión de información pública, debate público, conferencia de ciudadanos, asociación) y muchos cuando votan, lo hacen luego de buscar directamente o de obtenerla indirectamente opinión de otros.
Por consiguiente: los actores políticos que se erogan “representación legítima» de los ciudadanos, han integrado casi un gremio en todos los niveles territoriales y lo más chocante, no se guían ni piden la expresión ciudadana antes del desarrollo de nuevas políticas democráticas y cumplimiento de sus obligaciones. Por consiguiente, mi gran pregunta es ¿qué tipo de nación y gobierno somos en realidad?