Juan Jacobo Muñoz Lemus

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"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

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Juan Jacobo Muñoz

Cuentan que en la Inglaterra del siglo XVII, y en plena guerra civil; el ejército del rey tenía un enorme cañón, apostado en lo más alto de un muro que fortificaba una ciudad. Cuando la enorme arma disparaba, todo retumbaba, y la gente bromeaba diciendo que si el cañón hubiera estado animado, se habría enamorado de sí mismo.

Muchos cañones pequeños del bando contrario, dirigidos con buen tino, apuntaron a la base del muro; y dispararon con tal acierto, que lo desmoronaron al punto que el enorme cañón cayó y quedó hundido en el lodo. A pesar de muchos intentos, nadie lo pudo desatascar.

El cañón tenía nombre propio; se llamaba Humpty Dumpty, y al parecer de ahí surgió la historia de un simpático huevo viviente que fue a dar a los cuentos infantiles.

De la misma manera que el cañón, el huevo viajó al imaginario popular como un fatuo, tozudo, malcriado e intransigente. Se me ocurre hablar de ese huevo antropomórfico. Esencialmente un huevón.

Es un distinguido personaje que sabe caer bien a ratos, y aunque no fuera tan malo a veces, en el nombre de la auto celebración, termina haciendo cosas maliciosas. Son los gajes del egoísmo, el que no es otra cosa que estar muy pendiente de sí y ser víctima de la propia importancia. Las obligatorias necesidades de quien siempre quiere ser reconocido y sufre una especie de sobredosis de sí mismo.

El huevo suele disertar sobre sus necedades, con cosas que solo él da por válidas. Y mientras lo hace, se balancea en lo alto de una pared, fanfarroneando con cosas que ni siquiera es capaz de entender bien. Y es tanto su balancín auto suficiente, que termina cayendo al suelo hecho añicos.

En el libro “A través del espejo, y lo que Alicia encontró allí”, Lewis Carroll anota este diálogo entre la inquieta niña y el estulto huevo:

-Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty, en un tono más bien desdeñoso- quiere decir lo que yo quiero que signifique… ¡ni más ni menos!

-La cuestión -insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
-La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda, eso es todo.

En otro momento Alicia le dice al enorme huevo:
-¿No cree usted que estaría más seguro aquí abajo, con los pies sobre la tierra?

La historia siempre se repite. Humpty Dumpty siempre se vanagloria y cae al suelo. Y siempre hay gente que quiera recoger los pedazos del huevo para reconstruirlo. No es difícil entender esa actitud de los demás, cuando se ve la expresión que adopta, con esa cara de indefenso que le sale tan bien y que a muchos conmueve.

Humpty Dumpty es un narcisista, dependiente y manipulador. Igual que el cañón original que dejó de servir al rey; Humpty Dumpty, el huevo, se apartó de lo real para atenderse a sí mismo como el centro de todo. Funciona como un loco embriagado con un poder que no tiene. Siempre cae del muro y a pesar de su destrucción, con insistencia reaparece como lo hace cualquier arquetipo, capaz de poseer a muchas personas.

Reencarna pertinazmente en ricos, famosos, pedantes, poderosos, políticos demagogos y cualquiera que se crea indestructible y viva de la lisonja.

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