Fernando Mollinedo C.
Hola buenas tardes… En Guatemala, todos los días aumenta gradualmente la adrenalina política con noticias que van desde el financiamiento ilícito pasando por el desfalco a las arcas municipales, antejuicios, dimes y diretes entre diputados y funcionarios, candidatos señalados de haber cometido delitos y otros señalamientos que provocan incertidumbre en la población.
ADRENALINA es la hormona segregada por la parte interna de las glándulas suprarrenales, importante como neurotransmisor en el sistema nervioso simpático y, de forma concreta, es la respuesta inmediata del organismo a distintos estímulos.
Las hostilidades políticas verbales en los medios de comunicación por el momento son sólo eso, pero llegará el momento de convertirse en una olla de agua hirviendo a medida que se aproxime la fecha de inicio de la publicidad y de la “campaña electoral” en vivo con pancartas, vallas, pintura de piedras, entrevistas televisivas, radiales y otros actos políticos como mítines, desayunos, almuerzos y cenas.
Nos encaminamos a unas elecciones generales que tendrán como resultado una democracia imperfecta; el voto universal y secreto nos llevará a escoger para los próximos cuatro años el proyecto de país con destino a una catástrofe general o a un posible desarrollo prometedor.
En caso usted conozca el programa o proyecto político de todos los candidatos, su voto valdría el triple; el de sólo un candidato, valdría el doble, y si no conoce el de ningún candidato y su voto es irreflexivo y emocional, solamente contará como un voto. Lo anterior lo digo porque en las votaciones anteriores, gran cantidad de gente formó sus decisiones mediante criterios no reflexivos, más emocionales que objetivos e influidos por esa propaganda que construye deformaciones perceptuales graves con sesgos basados en prejuicios, malentendidos y dejando a un lado las plataformas políticas, si las hubo.
Las campañas electorales en Guatemala se caracterizan por su polarización, pues fija criterios sin explicarlos y por la influencia de instrumentos que deberían ser de apoyo como las redes sociales y las encuestas que proyectan falacias lógicas y sesgos perceptuales, como ejemplo cuando el votante está convencido que su elección la sigue toda la población, sin ninguna clase de duda o porque algún funcionario camina por la calle sin guardaespaldas se supone que es honrado.
Estos errores no son espontáneos, nacen de la generalizada falta de información porque la mayoría de la población votante no lee ni le preocupa distinguir entre lo racional y lo emocional, ni quiere dejar de pensar en imágenes para pasar a pensar en conceptos. Eso es lo que explotan los publicistas y se dedican a construir retratos vívidos pero cuestionables de los candidatos a presidente, diputados y alcaldes.
Las redes sociales sirven para construir las representaciones icónicas de los candidatos, pues la gente piensa que, entre más fácil pueda recordar una imagen o idea, pudiera ser así en la realidad. Las encuestas usualmente son parcializadas dependiendo del partido que las encargue.