Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

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Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com.

Portar un traje maya es difícil en una sociedad racista como la de Guatemala, porque ser india, mujer, rural y pobre es pertenecer al eslabón más bajo de este país; denunciarlo, además, se convierte en victimización y defender la identidad se toma como sinónimo de purismo. Lo simbólico, lo visible, determinan como nos tratan porque estamos condicionados y configurados desde el racismo: “Como te veo, te trato”.

Si lo simbólico no tuviera impacto los partidos políticos, por ejemplo, evitarían ponerse la indumentaria maya o no creerían necesario hacer tal cosa si esto no les diera algún beneficio. El beneficio en este caso puede ser, generar empatía y simpatía con las y los mayas para que estos se sientan reconocidos o tomados en cuenta por el partido político que representan. Al final así de superficial termina la cosa, como cuando se instala un “Gabinete de Pueblos Indígenas e Interculturalidad” donde la mayoría de funcionarios son ladinos. Las grandes corporaciones hacen lo mismo, mientras financian proyectos extractivos (que despojan, destruyen y matan) en territorios de pueblos originarios, se limpian la cara haciendo comerciales en nuestros idiomas o con modelos indígenas que posan.

El hecho de que un diputado kaibil (candidato a presidente) utilice frecuentemente un cotón Ixil no es porque sí; a través de estos simbolismos se quiere transmitir un mensaje de empatía con un pueblo que fuertemente masacrado por el genocidio en el que los kaibiles tuvieron el papel de asesinos, torturadores, violadores. Más que una actitud perversa es la muestra del nivel de racismo que impera en el país: “te extermino y luego lo disimulo poniéndome tu traje o hablando tu idioma”.

No se crea empatía ni respeto a través de estas actitudes racistas y superficiales. El que nos inviten a posar con nuestras indumentarias no hará que dejen de discriminar y violentar a las mujeres mayas, porque la desigualdad con la crecemos desde que somos concebidos nos forma para relacionar la pobreza y el atraso con la imagen de las mujeres de pueblos originarios. La forma en que este país se muestra en el extranjero apropiándose de las culturas originarias demuestra la exotización del racismo y la pobreza que hace folklórica la segregación como atractivo turístico que vale la pena conocer.

“Qué bonitas las inditas con sus trajes típicos en el mercado, ¡ah!, pero si llega a trabajar como “muchacha” en mi casa se tiene que quitar esos trapos para ponerse uniforme”. “El Ballet Folklórico Nacional es un patrimonio de nuestro país porque representa las costumbres y tradiciones de Guatemala, ¡ah!, pero en las escuelas y colegios las niñas y jóvenes deben usar falda o pantalón”.

El racismo es un problema estructural histórico que afecta la vida de los pueblos originarios de múltiples maneras. Estas afectaciones están concatenadas para hacer nuestras vidas miserables y no se trata de que una afectación sea más preocupante que las demás porque el hecho de despojarse de la identidad para encajar tiene que ver con la muerte en vida de nuestro ser.

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