Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Jorge Santos

Durante los últimos meses, particularmente diciembre pasado y enero, hemos venido asistiendo a una serie de eventos que nos dan muestra del momento histórico que vivimos como sociedad. Estos eventos para bien o para mal nos colocan frente a una encrucijada y nos hacen pensar de qué lado del camino estaremos; es momento de que tomemos una decisión y construyamos a partir de ella. La sociedad guatemalteca se encuentra frente a una bifurcación, en la cual debemos de tomar la decisión de qué camino tomar y de ella depende la forma en la que viviremos en el futuro.

Uno de esos caminos, el de la derecha, representa todo aquello que hemos vivido durante muchos años, al menos de la contrarrevolución de 1954 a la fecha. Este camino en apariencia es más “fácil y bonito”, nos lo venden como un camino pavimentado, de dos a cuatro carriles cada vía, iluminado a partir de energía renovable, por donde transita el “progreso” y por donde llegará “el pleno empleo y la igualdad de oportunidades para todos y todas”. Es muy probable que seguimos optando por esta ruta o camino, en la medida, que quienes están detrás hayan pagado onerosas campañas publicitarias en medios de información cooptados y/o comprados a través de pauta comercial, frente a una ciudadanía sumida en la pobreza, la desigualdad y la inequidad. Este camino ya recorrido fue pavimentado con un contrato que el Estado tuvo que pagar tres o cuatro veces más su valor real. Se pavimentó con cemento saqueado de las comunidades a costa de la producción de flores.

Este camino está iluminado a partir de la energía que se produce a partir del despojo de los territorios y el agua de los Pueblos, pero que nunca, ni por asomo está pensado para generar empleo e ingresos dignos, oportunidades de educación, salud, vivienda y protección social en la medida que se transita por la ruta de corrupción, la impunidad y la violencia.

El otro camino en cambio, el de la izquierda, está aún por construirse, por labrarse, por establecer sus dimensiones. Este camino en la encrucijada, a diferencia del otro, representa la construcción de la vida y de otras posibilidades de desarrollo real, no sólo para unos cuantos, sino más bien para la sociedad en su conjunto. Este es el camino y la ruta que debemos de tomar, para separarnos de las élites que hoy conforman el Pacto de Golpistas.

Esta es la tarea en la que debemos concentrarnos, salir a luchar por tomar ese camino, de apoyar y respaldar a quienes ya están conduciéndose hacia él, ya sea como liderazgo social, comunitario o bien como funcionario del Ministerio Público y rechazar las propuestas que representan el pasado de violencia y terror o bien aquellas que disfrazadas de social democracia, nos conducen hacia el autoritarismo y la imposición de privilegios a los mismos de siempre. Atrévase, caminemos juntos, salgamos a las calles y tomemos el camino por la vida.

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