En los avances en la lucha contra la corrupción hemos visto la manera en que se uniforma el discurso de los sindicados y cómo es que todos afirman que son víctimas de una persecución sin fundamento que tiene origen político sin que nadie se enfoque en rebatir las pruebas que se aportan en su contra. Se enconchan únicamente en plantearse como víctimas de una conspiración ideológica montada para afectar a gente inocente.

Desde que cayó la Baldetti el discurso no varía y lo mismo repiten quienes han sido funcionarios corruptos que quienes les han embadurnado la mano, sea mediante descarados sobornos o mediante ocultos y sutiles “financiamientos” que hasta pintan como gestos patrióticos de aporte para el país. Todos, sin excepción, se sienten víctimas de una violación a la presunción de inocencia, sin entender que si tal presunción fuera como ellos la entienden, ni falta hace que tengamos un Ministerio Público encargado de la persecución penal ni tribunales donde se ventilen las sindicaciones.

La presunción de inocencia no significa que no se pueda acusar a nadie. Simplemente que no se puede condenar a nadie sin que previamente hayan sido consideradas todas las pruebas de cargo y descargo presentadas por las partes en procesos judiciales transparentes. En otras palabras, una sindicación es simplemente eso, no una condena y por lo tanto no se afecta la presunción de inocencia cuando se acusa a alguien y se asume el compromiso de aportar las pruebas que corroboren y demuestren los hechos ilícitos.

Si nos retrotraemos al origen de la lucha contra la corrupción y revisamos hasta nuestros días, veremos que prácticamente en todos los casos la cantaleta es igual y que los acusados no se refieren nunca a las sindicaciones que se les hacen. Nadie rebate las pruebas sino que se quedan con eso de que son víctimas de una persecución antojadiza y mal intencionada.

Y por ello es que se ha vuelto tan amplio el Pacto de Corruptos porque todos coinciden en los mismos argumentos y en las mismas acciones para desmontar la lucha contra la corrupción. Y con los recursos de que disponen tantos señalados, es natural que exista una intensa campaña para generar la opinión de que aquí todo lo que hay es una conspiración para afectar a gente “honorable”, calificativo que se auto aplican los políticos y sus corruptores, porque todos se visten de primera comunión cuando son descubiertos en sus fechorías. Pero el colmo es que hasta el actual aguado MP resulte señalado no obstante que se ha dedicado a entretener la nigua.

Redacción La Hora

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