Es penoso ver cómo el Congreso, donde se ponen de acuerdo inmediatamente para impulsar cualquier iniciativa patrocinada por el Pacto de Corruptos, es incapaz de lograr los votos suficientes para aprobar la iniciativa de “Ley Crecer Sano” que estructura el Proyecto de Nutrición y Salud en Guatemala, para cuya implementación se necesita suscribir un préstamo por 100 millones de dólares con el Banco Mundial para invertir en programas que combatan la desnutrición. El retraso en su aprobación pone en riesgo la suscripción del préstamo por todos los trámites que hay que realizar antes de la fecha límite para que venza el ofrecimiento.

Y es penoso porque el problema de la desnutrición en Guatemala es uno de los más severos y graves, toda vez que afecta a casi la mitad de la población, y en ese sentido llora sangre la indiferencia de los diputados que de esa manera manifiestan su escaso interés por los asuntos más trascendentales que tienen impacto directo en la vida cotidiana para millones de habitantes. Se excusan en una diferencia de criterio respecto a la entidad que ha de manejar el dinero, lo que hace pensar que no han cerrado el negocio para el latrocinio que se hace con toda la plata del erario nacional.

Porque no se puede pensar que la discrepancia esté porque se interesen por encargar el proyecto al ministerio más eficiente, sabiendo que todos son la misma cosa y que en todos lo que se anda perfilando siempre es el negocio y lo que pueda dejar de oportunidad para el lucro producto de la corrupción. No se crea que por ser un financiamiento externo se utilizan métodos más pulcros en el manejo de los recursos, porque igualmente se hacen micos y pericos dada la notable experiencia que tienen nuestros funcionarios para hacer negocios.

Y siempre hemos pensado que toda la corrupción es asquerosa, pero mucho más la que tiene que ver con la salud del pueblo y, en este caso, la que termina afectando a millones de niños que sufren por deficiente nutrición, lo que marca para siempre sus vidas porque el desarrollo que no se logra en los primeros años de vida no se recupera.

Vemos cómo en el Congreso se apuntan los diputados para insultar y agredir al Procurador de los Derechos Humanos porque no se alinea con el Pacto de los Corruptos, pero no mueven ni un dedo para avanzar en la búsqueda de un programa que está llamado a tener impacto en la vida de tantos menores y de aquellos niños que están por nacer.

Redacción La Hora

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