Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
La crisis provocada por los tres poderes y sus aliados particulares en virtud del ataque al Estado de Derecho tiene sus horas contadas porque los guatemaltecos no podemos vivir en medio de una constante desobediencia a la máxima Corte del país, la Corte de Constitucionalidad (CC).
A la CC le tocará resolver varios asuntos que tienen relación con las desobediencias que varios funcionarios han hecho de sus resoluciones (esgrimiendo lo que Álvaro Arzú Jr. llama “dictadura judicial”), pero todos los caminos de la legalidad y la aplicación de la ley pasan por el Ministerio Público (MP) y concretamente, por la voluntad de la Fiscal General, Consuelo Porras.
La Hora ha expresado opinión editorial en torno a la ambivalencia de la Fiscal General, porque en ocasiones dice una cosa y luego otra generando una sensación de incertidumbre que no permite leer claramente su posición en torno a la defensa del Estado de Derecho.
Pocas veces en la historia ha recaído tanto peso en la espalda de una sola persona, y así es como veo yo el papel al que está llamada a jugar Porras, pues le toca liderar el MP en el momento, quizá, más crítico de la historia del país.
Al igual que como me ocurrió con Thelma Aldana en su momento, yo no era fanático de la designación de Porras como Jefa del MP, porque aunque nadie lo reconoce, está claro que los presidentes de Guatemala han querido de los encargados del ente investigador, lo que Donald Trump demandó de James Comey (Jefe del FBI): lealtad y nada más que lealtad que, según su entender, se traduce en impunidad y nada más que impunidad para ellos y sus allegados.
Nuestro país empezó a dar síntomas de cambio, se empezaron a cambiar malas prácticas de antaño cuando la gente empezó a tener mayor seguridad en torno a la certeza del castigo y creo que eso es lo que ahora corresponde de nuevo, puesto que aquí se ha convertido en “moda” ser el más vocal para llamar a desobedecer a la CC y lo hacen desde perfiles falsos, persona radicales, condenados en primera instancia, sindicalistas y hasta empresarios que representan al sector empresarial organizado.
Se necesita reestablecer el orden porque nos quieren llevar a un caos en el que se puedan hacer otras cositas (Dios no lo quiera, pero hasta piensan algunos que de seguir así se puede meter mano en las elecciones). Lo que ha pasado en la Policía Nacional Civil (PNC) es una clara muestra de que la gente, envalentonada, ha perdido las formas porque las desesperaciones son muchas.
Así como hay policías honrados, hay ciudadanos comprometidos, jueces entregados y fiscales devotos a las leyes que están llamados a ser el camino que nos saque de este atolladero y que deben ser guiados por una Consuelo Porras que deje más certeza que dudas.
Esto es solo el comienzo de la salida de la crisis, porque en paralelo los guatemaltecos estamos llamados a encontrar y alcanzar los mínimos que nos permitan diseñar la Guatemala del futuro.