Raymond Wennier

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Estadounidense residente en Guatemala hace 46 años. Maestría en Administración Educativa, Memphis State University, Memphis, TN. Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa, Universidad de San Carlos de Guatemala, Colegiado activo 410. Trabajo: En áreas urbana y rural guatemaltecas. Consultor Educativo. Docencia y Administración Educativa. Publicaciones: Alrededor de 600 artículos sobre temas educativos de 1,980 a la fecha. Autor del libro "Liderazgo, una nueva conceptualización", 1987.

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Raymond J. Wennier

La motivación externa es un conjunto de estímulos que la persona recibe constantemente del ambiente y conllevan una “carga” emocional que puede conectarse a las acciones y a la toma de decisiones de la persona, además de influenciar la parte cognoscitiva. Dichos estímulos pasan por un primer filtro del cerebro donde “desfilan” las características de las condiciones múltiples. La persona puede o no, aceptar las condiciones presentadas por los estímulos de satisfacer las curiosidades, las necesidades sentidas, en fin, demostrar un interés en el tópico especial presentado por el estímulo. Eso da razones especiales para ahondar sobre el tema.

Después de ese proceso ambiental social, de afuera hacia adentro, se inicia la motivación interna con una serie de funciones ejecutivas como son por ejemplo, las comunicaciones, la reflexión versus la reacción, juicio, control de las emociones, planificación, perseverancia, interrelaciones, enfoque (atención) y muchas más.

Para que los estímulos externos se queden en la interioridad, las condiciones expresadas anteriormente tienen que ser aceptadas por la persona; si no, esos estímulos son desechados inmediatamente; sin embargo, si son aceptadas, inicia el proceso de elaboración de una construcción cognoscitiva nueva. A fin de cuentas, la percepción de la importancia del estímulo para satisfacer lo que quiere hacer, es la base para continuar dicha elaboración.

Las teorías de motivación pretenden explicar qué motiva a la gente en su lugar de operar, escuelas o puestos de trabajo en una empresa.

Normalmente la persona cree que hay relación entre el esfuerzo puesto en lo que hace, el rendimiento alcanzado por ese esfuerzo, la “remuneración” (no siempre monetaria); reconocimiento recibido de los primeros dos elementos, sabiendo que los tres ayudan a su motivación.

Al ser parte de una organización, la persona tiene expectativas acerca de sus necesidades y se pregunta ¿Por qué estoy aquí? Esas expectativas influencian sus reacciones en la organización. Otra expectativa es que la persona espera diferentes cosas, como sería un buen sueldo, seguridad del empleo, promociones y nuevos retos.

La persona es motivada hasta el grado que cree que el esfuerzo logrará un rendimiento óptimo y que será remunerado en forma aceptable; el valor de las “remuneraciones” son altamente positivas.

La motivación interna supera lo material. Por ejemplo, el entusiasmo promueve la búsqueda de información para lograr más profundidad de un proyecto.

¿Qué pasa cuando las condiciones externas cambian y ya no hay mucha satisfacción ni la persona está de acuerdo con nuevas condiciones? Sí, la persona entra en un estado de estrés, se retuerce el estómago y se cortan las funciones ejecutivas más importantes necesarias para cumplir bien su trabajo. Hay menos iniciativa, baja creatividad, poca flexibilidad cognoscitiva y menor adaptabilidad. Su comportamiento demostrará frustración, aburrimiento, pérdida de la razón de hacer y eventualmente pierde la identidad dentro de la organización.

A lo anterior le llamo “Motivación interrumpida”. El individuo, con serenidad, puede buscar cómo recuperar su identidad y efectividad dentro de la organización. La competencia profesional siempre es valorada para el bien de la organización.

¡Siempre habrá nuevas expectativas!

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