René Leiva

Ausencia del Realidario, esta vez más de seis años, octubre 2012 – enero 2019 (en el ínterin, otras singladuras). En no nueva sino la misma época vencida. Continuación de lo comenzado en abril 1988. Y la numeración no tiene fines contables; es acaso sucesión de mojones cabalmente divisorios para retener o fijar agujeros del tiempo. Sí, reincidencia en otra, la misma intemperie, cabría precisar.

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La flor y nata. Liga Pro Patria del Criollo y el Encomendero. Fundación Terrorista. Asociación de Veteranos Violadores de los Derechos Humanos. Guatemala Inmoral. Cámara de abogángsters de Guatemala. Plumas de Sociedad. Comité de Asociaciones Oligarcas, Oligopolios y Monopolios. Universidad Pedro de Alvarado. Notisiete, Telediario, Todonoticias, Azteca Noticias. Las influyentes sectas seudocristianas, enajenantes, lucrantes y judaizantes. Opinión en Libertad Condicionada. Asociación de Indignatarios de la Nación. Asociación de Amanuenses y Escribas Mercenarios del Establishment. Basta. (Con información del coronel y licenciado Yimi Alejos Galdámez.)

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El payasete chafa. Molesto, confuso, pero con ánimo de conocer mis motivaciones más ocultas, si las hubiera, decidí recurrir a especialistas que descubriesen el porqué de mi renuencia a llamar a cierto farandulesco personaje por su ridículo nombre en diminutivo y en el inglés de “Lying” Trump, por su mandato, cargo o “dignidad”, como lo hacen todos, pero los doctos en comportamiento humano han llegado a la misma conclusión mía, por demás inconclusa: por indignación, repugnancia, escrúpulos, y, a la vez, por respeto a la historia, a la sociedad aherrojada y las afrentas a la ley, el chafarote payaso es un payasete chafa, sin más.

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Sufragante. Por más de 30 años, de 1986 para acá, desestimación y lástima he percibido hacia el elector, sufragante o votante; su borreguil docilidad, su beatífica ignorancia, nivelada desmemoria, decrépita pero terca esperanza, atrofiada dignidad, parvulario raciocinio, indigente sentido de la historia, ciego acatamiento a un libreto electorero redactado entre el albañal y al basurero a donde ni los carroñeros llegan. Qué poco compatriota mío es ese reincidente (o neófito) votador que siempre puesto entre la espada y la pared se arroja con estoicismo a la oxidada, sangrienta y filuda espada.

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Silencio. No todo el que calla otorga; no todo silencio es cómplice ni toda palabra es solidaria. A veces se calla por dignidad y por indignación, lo que también tiene un precio. Siempre sufrimos más de la cuenta, y en silencio es doble el sufrimiento. Pero no importa porque no somos gozadores ni seres satisfechos. Igualmente el silencio puede ser una cruz, un grito enterrado, la llaga velada. La palabra es un accidente del silencio. Continuemos.

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Me he dado el pésame a mí mismo por el fallecimiento de Juan B. Juárez y Carlos René García Escobar. Cuando entre amigos o conocidos una distancia de años se interpone la muerte siempre parece alevosa, y lo es.

Cartas del Lector

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