Douglas Abadía

douglas.abadia@gmail.com

Politólogo, asesor y consultor político, miembro de Analistas Independientes de Guatemala, Docente Universitario.

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Lic. Douglas Abadía Cárdenas
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Continuando con la descripción general acerca de la comida en Guatemala, podes afirmar que las cadenas de comida rápida, que por cierto abundan, cada cierta cantidad de metros aparecen los logotipos de dichas cadenas con sus respectivos autoservicios para facilitar el consumo de sus productos.

Según una encuesta de la firma Millward Brow (año 2015), 76 de cada cien guatemaltecos prefiere la comida rápida al elegir entre sus opciones de restaurantes.

El precio oscila entre Q25 (menú del día), hasta Q85 en promedio. Todos los menús traen papas fritas, una hamburguesa, pollo frito o un burrito además de una gaseosa (ahora de moda el refill).

Mientras que en la economía informal hay precios desde Q2.50, costo de un chuchito, tamalito, rellenito, tostada, atol, café, etc. El sector vendedor de comida informal propone más opciones culinarias que las cadenas de comida rápida, las cuales no pasan de papas fritas y soda.

Es tan predecible la oferta culinaria que es monótono y caro ingerir alimentos en nuestro país (dichosos los que podemos comer, nuestros hermanos no tienen ni lo mínimo para ingerir), eso explica en parte altos niveles de desnutrición crónica y obesidad.

Los alimentos que se consumen cada día, deben tener las cantidades adecuadas tanto de los macronutrientes (carbohidratos, proteínas, lípidos), como los micronutrientes (minerales y vitaminas) y agua, biodisponibles que debe contener la dieta consumida, para así, satisfacer los requerimientos fisiológicos de cada persona.

Los principales efectos que pueden tener en la salud los alimentos chatarra se deben a su alto contenido en azúcares, calorías vacías sin ningún aporte nutricional, exceso de sal, grasas trans o aceites vegetales, procesos de fritura excesiva, aditivos o conservantes.

Una ingesta reiterada de comida rápida “provoca obesidad y todas las patologías consecuentes a ésta, como diabetes, hipertensión arterial, aterosclerosis, enfermedades cerebrovasculares, patologías renales, hígado graso e incluso cáncer”.

Es lamentable que un país como el nuestro, rico en tierras fértiles, productor de frutas, vegetales, hortalizas, granos, etc. no posea oferta ni precios competitivos para la comida saludable, al contrario, cada día, los empresarios invierten en cadenas de comida rápida y no en otros modelos de elaboración de comida saludable.

Hoy en día quienes tenemos la dicha de ingerir alimentos 3 veces al día nos sentimos acorralados, pues la oferta culinaria en nuestro país es cara, insípida e insalubre.

Basta con observar a madres de familia corriendo contra el tiempo a la hora de la comida comprando comida de fácil preparación como sopas chinas de vaso, golosinas, aguas gaseosas, galletas, pollos fritos, hamburguesas, dulces, etc.

Las familias guatemaltecas están gastando sus pocos recursos económicos en adquirir comida que no trae beneficios más que engañar la tripa por algunas horas, no aportando nada a nuestros organismos, en especial, a los niños.

Para el año 2015, según Carmen Rosa Barillas, directora ejecutiva de la Gremial de Restaurantes adscrita a la Cámara de Industria de Guatemala, comenta que el subsector sigue creciendo en importancia y representa el 2.2% del PIB total del país con Q8 mil 500 millones. Se calcula que el número de restaurantes en el país es de 18 mil 533 sin incluir los puestos de comida informal. Según Barillas, se calcula que unas 78 mil 506 personas trabajan en el sector.

Queda en cada ciudadano invertir su dinero en alimentos de alta calidad y nutricional.

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