Edgar Villanueva
edgarvcoluma@gmail.com
Hoy en día es muy común el envío de información a través de nuestros teléfonos móviles y computadoras. Creo que todos hemos recibido alguna presentación, meme o vídeo (especialmente aquellos relacionados con nuestra coyuntura política y judicial) el cual hemos reenviado sin realmente conocer su origen, sin verificar su contenido y sin pensar en los efectos que la difusión de este puede tener. En la era de la información, el exceso en la misma nos ha hecho caer en el juego de la desinformación.
Se avecina un proceso electoral de mucha trascendencia para los guatemaltecos, uno donde nuestra elección es más importante que en los procesos anteriores pues estamos viviendo una situación en donde el retroceso podría ser mortal para la democracia y donde un buen Gobierno podría traer una avalancha de positivismo que nos ayude a construir la Guatemala que queremos. En este contexto, la información confiable se convierte en un arma poderosa y considero que tenemos la responsabilidad personal de asegurarnos, al mayor grado posible, que estamos consumiendo información basada en hechos y que busca orientarnos y no influenciarnos. Fieles a la verdad, debemos de cuestionar lo que se nos envía y no reenviarlo a menos que tengamos algunos elementos de seguridad sobre su contenido.
Estoy seguro de que la elección estará plagada de campañas de desinformación para desacreditar a unos y a otros. Hagamos un esfuerzo por animar a nuestros proveedores de información a enviarnos documentación oficial que nos oriente. Por ejemplo, pedirles a estos oficiosos personajes que nos envíen los planes de Gobierno, los listados de diputados, los potenciales Gabinetes, las prioridades de los candidatos, algo que nos indique su postura sobre la publicación de su declaración de probidad, es decir, elementos verificables e información que nos ayuda a tomar una decisión. Seguramente también vamos a recibir las cadenitas, los videos de los “busca pleitos”, etc. Evitemos creer todo lo que dicen; consumamos la información con desconfianza.
Entiendo que no podemos dedicarnos a investigar cada elemento que recibimos, pero creo que hay preguntas valiosas que nos debemos hacer, como, por ejemplo: ¿tiene acceso esta persona a información de este tipo? ¿O estoy recibiendo algo de segunda o tercera mano? Y, sobre todo, al reenviar esta información, ¿estoy contribuyendo a enriquecer alguna discusión trascendental? Y así otras que nos permitan filtrar un poco lo que circulamos.
Si no logramos evitar la tentación de consumir y divulgar la información que se nos ha enviado o confiado, haremos un gran favor a nuestras redes de distribución si a lo reenviado agregamos algo como: “les envío este vídeo, el cual me envió “Jorge López” y del cual no me consta el contenido, pero me pareció interesante” o también podríamos agregar algo como: “recibí esta información de una fuente no cercana al supuesto origen de la misma, y no tengo elementos para confirmar su veracidad”.
La verdad vive por si misma, no necesita de nuestra validación para ser o subsistir.