Sandra Xinico Batz

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Sandra Xinico Batz
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Mientras menos del 1% de la población concentra un capital que equivale al 56% del PIB (Nómada, 2015), más de tres millones de personas (sobre)viven en extrema pobreza en Guatemala y el índice de pobreza multidimensional indica que el 67% de la población tiene carencias que vulneran su bienestar (PNUD, 2017). Además de poseer las mejores tierras, este pequeñísimo grupo de empresarios ha sido el principal inversionista de partidos políticos durante la era democrática del país.

Pero ni viviendo cinco vidas (de 60 años cada una, sin gastar ni un quetzal) juntaríamos la riqueza que posee cada una de las ocho familias más ricas del país. En estos últimos 200 años los criollos (como “buenos” descendientes de colonizadores) afianzaron su riqueza y poder a través del despojo, la violencia, la corrupción, el genocidio. La República de Guatemala se consolida con una idea de soberanía ambigua, que funciona hasta hoy a conveniencia de los criollos, ya que por una parte esta sigue sosteniendo la idea de Independencia (1821), pero a la vez es su vínculo racial con los españoles y su herencia colonial lo que les sostiene como hegemonía. La corrupción como un mecanismo de control de la hegemonía también es una herencia colonial, que garantiza que todo funcione para no funcionar y así mantenernos a raya para asegurar nuestro sometimiento; hace ver suficiente el relevo de rostros para que todo siga igual o peor.

Esta nación la construyeron buscando la igualdad entre españoles y criollos. Los criollos querían poseer las mismas cuotas de poder que gozaban los españoles y no sólo trabajar para ellos. Los privilegios fueron arrebatados a quienes definían como extranjeros para quedárselos aquellos que se privilegian (hasta la actualidad) por ser descendientes de esos extranjeros. De eso se trata el nacionalismo guatemalteco: de sentir asco por lo nativo y orgullo por los conquistadores.

Esta patria, este Estado, se ha heredado entre generaciones como si tratase de una finca, la muerte no implica un cambio de dueño sino la consecución del linaje y el patrimonio familiar. Álvaro Arzú Escobar mencionó en su discurso de toma de posesión como Presidente del Congreso que defenderán la patria de injerencia extranjera como lo hicieron en el pasado colonial, o sea cuando sus ancestros se liberaron de los españoles y como criollos hicieron suya esta patria y fundaron su Estado criollo. A sus 33 años le rebosa de orgullo ser heredero de la patria republicana que dice le ha dado tantos placeres inolvidables y cómo no si le ha dado una grandiosa vida como riquillo blanco que es.

Estos son nuestros enemigos de raza y clase, que estarán engendrando a sus descendientes como les engendraron a ellos sus predecesores quienes en estos últimos siglos han venido robando, matando a nuestras ancestras y nuestros ancestros. Por esto, no es suficiente quitar presidentes pues estos son peones de la finca. Al finquero y a la finca los cuidan sus chuchos a quienes hoy les buscan amnistía. Este año se contratan capataz y peones.

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