Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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Para muchos en Guatemala el nombre de Norma McCorvey no podrá significar nada. Para quienes han tratado por razones de profesión u oficio el tema del aborto es muy conocido ese nombre, pues la mentira que ella utilizó de haber sido violada y que como consecuencia de ello había quedado embarazada, representó que el aborto haya sido despenalizado en Texas y luego, en diversas partes de la unión americana, lo que significó que desde 1973 a la fecha alrededor de 58 millones de bebés no hayan nacido.

De ahí puede asegurarse que la mentira, de acuerdo a las circunstancias en que se presente, puede causar graves daños tanto en la confianza, como en la vida social de un país, no digamos en sus gobiernos, puesto que la mentira implica engaño, traición, injusticia y muchísimos daños más hasta el punto que el mismo San Agustín haya señalado en una oportunidad que “la mentira consiste en decir una falsedad con intención de engañar”. A propósito, los amables lectores recordarán que cuando se descubrió que el presidente Jimmy Morales había recibido mensualmente una cuantiosa bonificación del Ejército, fue a devolverla inmediatamente, evitándose así sufrir el proceso judicial correspondiente pero, no pudo evitar traerse al suelo su lema de campaña electoral “ni corrupto ni ladrón” que le dio la Presidencia.

Desde ese momento empezaron los problemas que ha venido teniendo el gobierno de Jimmy Morales, hasta haber llegado a perder totalmente la confianza y credibilidad de sus electores y de las grandes mayorías. De esa cuenta, mucho le habrá costado montar el triste espectáculo que brindó en el Salón de Recepciones del Palacio Nacional recientemente, rodeándose de funcionarios serviles con cara de acarreados, como de falsos testigos de sus mentiras, incluyendo irónicamente hasta delincuentes extranjeros de la talla de los rusos Bitkov, porque en corto tiempo el Comisionado de la CICIG despedazó con pruebas evidentes y bien documentadas el montón de mentiras que llegó a decir. La carta enviada oportunamente al Secretario General de las Naciones Unidas es contundente.

Pero los daños causados por las mentiras y falsedades provenientes de las personas y entidades que interesadamente han venido acompañando al presidente Morales, han servido para carcomer los cimientos de varias instituciones, entidades gremiales y hasta la misma sociedad guatemalteca en donde ahora priva el desasosiego, la ausencia de paz y la debida concordia al haberse perdido la confianza mutua, asunto que también acertadamente expresó el Consejo Nacional Apostólico de la Compañía de Jesús el recién pasado 10 de enero.

No podemos dejar de lado el hecho que al gobierno de Jimmy Morales todavía le queda un año en el poder, por lo que ahora estamos en el momento oportuno para hacernos la pregunta: ¿de qué manera, en qué ambiente y bajo qué normas éticas vamos a vivir los días que le faltan por gobernar, como el período eleccionario que se avecina, con autoridades carentes de credibilidad y confianza?

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