Claudia Escobar. PhD.
claudiaescobarm@alumni.harvard.edu
Bajo el pretexto de la soberanía y del nacionalismo algunos gobernantes cometen las más grandes atrocidades. Hitler se escudó en el nacionalismo para ejecutar a millones de judíos. Otros países expulsan a funcionarios y delegaciones de Derechos Humanos para ocultar los crímenes que cometen contra su población, como lo ha hecho el gobierno de Nicaragua recientemente.
En un interesante encuentro académico la asesora del Pentágono Maryann Cusimano Love, reconocida profesora de Catholic University of America y autora del libro “Beyond Sovereignty”, compartió su visión sobre la soberanía y los nacionalismos fanáticos.
Cusimano argumenta que todos los países están interconectados y existen problemas que sobrepasan la capacidad de instituciones nacionales. Amenazas como: la trata de personas, los ataques cibernéticos, el contrabando y la corrupción son asuntos graves que deben ser abordados desde una perspectiva de cooperación.
La autora sostiene que la cooperación es uno de los atributos propios de los seres humanos. Es a través de la cooperación como se han logrado grandes avances, en distintos campos del saber humano. Ella considera que, actualmente la globalización atraviesa por un período muy intenso, donde las sociedades son más abiertas y democráticas; la economía de mercado agiliza el comercio entre regiones; hay mayor acceso a la tecnología, lo que permite a las personas comunicarse de forma más directa. Estamos en un momento en que se hace indispensable la cooperación entre países, entre personas, entre sectores. La economía, las democracias y la tecnología no funcionan sin cooperación.
Afirma, además, que el concepto de Estado -Nación es una ficción, pues en los Estados concurren múltiples grupos que corresponden a identidades distintas. Todos los Estados son multinacionales, con la salvedad de Corea del Norte en donde la gente se muere de hambre y todos tratan de huir. Allí, los mecanismos para continuar con el régimen son la represión, la falta de libertad y los crímenes contra la población, cometidos por el gobierno.
¿Será ese el ejemplo que quienes gobiernan Guatemala pretenden seguir? ¿Es el patrón económico de los norcoreanos, donde unos pocos se enriquecen a costillas de la mayoría de la población, el que los empresarios que respaldan al presidente Morales defienden a capa y espada?
Por el contrario, algunos Estados -como los europeos – que han apostado por la cooperación con sus vecinos; que están dispuestos a abrir sus fronteras; que reconocen el valor de instituciones supranacionales y la jurisdicción de cortes regionales, se encuentran entre los más desarrollados del mundo y sus habitantes gozan de altos ingresos per capita. Ese modelo de cooperación sería un modelo para seguir por los países latinoamericanos, si quisieran avanzar.
Pero hay personajes en la política -guatemalteca- que practican la retórica del miedo. El miedo no es un buen aliado para la cooperación, pues inhibe la innovación y la creatividad. Ante argumentos absurdos que el gobierno utiliza para enfrentarnos con las Naciones Unidas, impulsando el miedo a la cooperación, usemos nuestro sentido común y capacidad de analizar para determinar a quiénes les beneficia el discurso nacionalista y los argumentos de soberanía. ¡Las consecuencias que puede tener, para todos los guatemaltecos, el aislarnos de la comunidad internacional pueden ser graves!