Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Napoleón Barrientos Girón
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La ideología de género es un tema que, según un amigo es políticamente correcto soslayarlo, lo que implica callarse, permitiendo así dejarnos imponer construcciones sociales que violan la naturaleza humana y atacan la institución familiar, como lo afirmara el cardenal Ratzinger: la ideología de género es la última rebelión de la criatura contra su condición de criatura. Los derechos humanos de todas y todos, entre ellas las preferencias y fantasías de los individuos, deben ser objeto de amplio respeto; sin embargo, esto no debiera implicar la promoción de conductas hasta el punto de volverlas una moda social, con repercusiones en las personas de su entorno; las razones para la reflexión de tan actual tema son de peso: naturales, religiosas, disruptivas de la realidad, desarrollo de la realidad en la niñez, otras.

Lo que se está promoviendo es un irrespeto a las nuevas generaciones; es pertinente informarse, reflexionar, generar pensamiento crítico respecto a las acciones de los organismos planetarios y analizar si este tema está siendo bien abordado, o hay mentes perversas que están influyendo en grandes conglomerados de seres humanos y propiciando conductas inadecuadas para vivir en sociedad, y estamos siendo cada vez más salvajes, al promover que podemos actuar por lo que sentimos y no por lo que somos, menos humanos, guiados por los instintos de la carne, sin sustento bilógico y científico, una ideología destructiva de la dignidad humana, que ha asaltado organizaciones internacionales con poder, que la considera una batalla cultural y social prioritaria, es más, revolucionaria, y de ahí los recursos para promover esa ideología como instrumento de presión sobre sociedades sin postura propia, para hacerlas creer que la naturaleza se equivoca.

Si una de las intenciones es detener el crecimiento de la población, lo están haciendo tan brutal y perverso como un bloque de corriente ideológica obediente y no deliberante, que con falacias o pensamientos retorcidos obedecen incoherencias o discursos antinaturales. Respetemos a los individuos y sus preferencias, pero no promovamos ideologías y conductas que hipnotizan e invaden a las sociedades y las hacen infelices, porque instrumentalizan al cuerpo y lo separan del espíritu. Algo así como reducir la racionalidad y exacerbar la conducta humana. Ojalá ésta sea una época de oscuridad que se revierta, se olvide y se bloquee. Es de entender que, por no contradecir los lineamientos de un organismo que impulsa el tema, no se pronuncien, no importa que se nos haga ver como de la edad media; lo importante es revertir lo que esta generación está dejando a sus descendientes.

Ante el próximo evento electoral, debemos exigirles a los candidatos a elección popular que definan su posición respecto a tan importante tema, de lo contrario tendremos sorpresas cuando ya ostenten espacios de poder, porque hay escondidos en este tema, propósitos políticos autoritarios y económicos, pues nada es gratis en esta vida.

El respeto a la familia como base de la sociedad debe prevalecer, dejemos a los niños ser niños y a las niñas ser niñas, no propiciemos el problema de la identidad.

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