Raúl Molina
Fuentes internacionales respetables denominan a la estrategia de la Dictadura de la Corrupción en Guatemala: “golpe de Estado en cámara lenta”. Otros le llaman, “golpe blando”. En Guatemala, es, llanamente, un golpe de Estado, el “moralazo”, que, en esencia, empezó en 2017, cuando se formó el Pacto de Corruptos y se lanzó al asalto del Estado guatemalteco. Lo que se vive es la consumación de ese golpe de Estado, con apoyo de todo el Ejecutivo, incluidas sus fuerzas armadas y de seguridad, el Congreso, parte del Poder Judicial (jueces corruptos y la CSJ), el CACIF y Donald Trump, a quien yo acuso por este medio de desestabilizar el continente americano, con el respaldo del Partido Republicano. El resurgimiento del fascismo en Estados Unidos y en América Latina es responsabilidad de quienes hoy gobiernan ese país.
Sabemos lo que enfrentamos y con base en la triste historia de Guatemala, que sufrió genocidio, crímenes de lesa humanidad y “tierra arrasada”, entendemos que solamente la lucha del pueblo nos podrá librar de otro baño de sangre. La lucha hay que darla por todos los medios; en este momento, mediante la aplicación de las leyes de Guatemala y la lucha de la población en calles, avenidas, carreteras, plazas y todo sitio apropiado, dentro y fuera del país. Se ha demostrado que las acciones de Jimmy Morales y su gente son inconstitucionales, ilícitas e ilegítimas. En un Estado de Derecho, ese señor y su séquito tendrían que renunciar; pero, por lo contrario, se disponen a utilizar el Congreso, después de valerse de la servil CSJ, para quitar la inmunidad a los tres magistrados de la Corte de Constitucionalidad que han defendido valiente y honestamente la Constitución. El proceso no será corto; pero mientras tanto, el Gobierno no tiene base legal para dar por terminada la función de la CICIG en el país. Esperamos que la CICIG, en los casos en que se pueda, abra también en tribunales internacionales y en Estados Unidos las causas contra los facinerosos de Guatemala.
Temo que el Pacto de Corruptos seguirá retorciendo las leyes e imponiendo su voluntad y que los resultados de las elecciones generales bajo estas condiciones les favorecerán, aunque no tengan los votos, como hicieron con el FCN-Nación. Por consiguiente, me pronuncio por llamar al pueblo a ejercer su derecho a la rebelión, por todos los medios, que incluye la vía armada. No estoy en condiciones de ponerme al frente de ésta; pero sí estaré en la lucha político-diplomática. La rebelión debe empezar inmediatamente, recordando que a las y los corruptos y al CACIF lo que más les duele es lo económico. No paguemos impuestos, no demos ni pidamos facturas, presionemos desde el extranjero con nuestras remesas. En el exterior debemos pedir el boicot a los productos del país, como café, cardamomo, azúcar y otros. Evitemos la inversión extranjera y desanimemos el turismo. Con el apoyo de la ONU, impidamos el acceso del Gobierno a préstamos internacionales. Es mucho lo que podemos hacer y no podemos perder un minuto en avanzar en la dirección correcta. Insto a la rebelión para evitar la dictadura cívico-militar y restablecer la democracia.