Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Juan José Narciso Chúa

Edelberto Torres-Rivas era un nombre que en mi juventud resonaba fuertemente, así como se le reconocía como uno de los grandes sociólogos; es más, se le calificaba como el Padre de la Sociología Centroamericana, condición que se la había ganado a todo mérito. Cuando leía la Interpretación Social de Centroamérica, no dejaba de preguntarme quién era él e igualmente, como siendo un guatemalteco no lo conocía, así como me dejaba pensando sobre la profundidad de sus reflexiones en dicho texto. Por circunstancias de trabajo y del destino en 1986 tuve la oportunidad de viajar a San José, Costa Rica y me propuse conocerlo, así que con Evelyn de Molina, coincidimos en su enorme valía y que ambos queríamos conocerlo. Fuimos a la sede de la Secretaría General de FLACSO en San José y para sorpresa mía, quien nos atendió fue María Eugenia Gallardo una vieja y querida amiga, a quien le indicamos el motivo de nuestra visita y accedió a avisarle para ver si nos recibía y así fue. Al conocerlo, le contamos nuestras propias apreciaciones de él y de sus libros e investigaciones y con mucha modestia contestó a varias preguntas que le hicimos y nos despedimos. Pero sí nos manifestó que él quería que en Guatemala existiera una FLACSO y nos pidió si le podríamos ayudar.

Así fue como con una aportación modesta para aquellos años por parte de Edelberto, iniciamos el proceso de constituir el proyecto FLACSO Guatemala, con un directorio temporal compuesto por Víctor Gálvez Borrell, Alfredo Balsells Conde, René Poitevin, Mario Luján, Evelyn de Molina, otras personas que ahora no recuerdo y yo. Ahí nació lo que hoy es la actual sede académica de FLACSO en Guatemala.

A partir de ese momento, Edelberto y yo nos hicimos muy buenos amigos. Además de su capacidad intelectual que resultaba indiscutible, en el plano de la informalidad era un bromista impenitente, con bromas y charadas propias de una excelente habilidad mental. En esos años, fuera de FLACSO, se organizó bajo la presidencia de Víctor Gálvez Borrell, el Congreso Centroamericano de Sociología y además de la figura de Edelberto, también participó Agustín Cueva, Piero Gliejesses, Alfredo Guerra Borges y otros intelectuales centroamericanos. El evento fue un éxito. Edelberto presentó un análisis histórico y sociológico de la situación en Guatemala, haciendo ver que habían existido tres oportunidades que fueron lamentablemente perdidas o destruidas por los grupos de poder fácticos.

El tiempo pasó, en los cuales los encuentros resultaron menos constantes, pero en aquellos años, no puedo olvidar aquella cena en la casa de Víctor Gálvez, cuando conseguimos juntar a Edelberto con Mario Monteforte Toledo, algo inolvidable, cuando ambos empezaron a hacer un análisis crítico de los gobernantes centroamericanos, así como también los dos eran bromistas agradables, así como contaban anécdotas de ambos. Pero la imagen que quedó prendida en mi retina fue cuando ambos accedieron a hacer un pulso frente a todos nosotros. Uno no puede imaginarse a estas dos figuras, a estos dos intelectuales, desplegando fuerza para doblegar el brazo del otro, inolvidable.

Ambos nos decíamos Viejo de mutuo cariño, era un trato particular. En un homenaje que le realizó la Usac, cuando lo abracé para felicitarlo me dijo: “No te veo mucho, pero se te quiere mucho”. Cuánta valía intelectual, cuánta amistad, cuánta camaradería, cuántos vinos y tragos cruzamos y cuántos quedaron pendientes querido Edelberto. Parafraseando lo que me dijiste: “ahora ya no te veré, pero te extrañaré mucho”. Descansá en paz querido Edelberto, tu legado es infinito, hasta siempre Viejo. Mi más sentido pésame a Ana María y al Titío.

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