Félix Loarca Guzmán
Mientras en los países en los cuales predomina el Cristianismo se celebrará la Navidad con un derroche de alegría, con finos licores, pavos, tamales y otros platillos propios de la época; miles de migrantes que se encuentran en la frontera entre México y Estados Unidos esperando que les permitan cruzar la línea divisoria, pasarán ese día rodeados de gran tristeza embargados por un futuro incierto. En pocas palabras, los migrantes, tendrán una amarga Navidad.
A nivel mundial se conoce ampliamente la política de endurecimiento de las autoridades estadounidenses en contra de los migrantes como consecuencia de la actitud de xenofobia, es decir de odio hacia los extranjeros que ha caracterizado a la administración del actual Presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Como es del dominio público, en las últimas semanas se agudizó el fenómeno de los migrantes procedentes del Triángulo Norte de Centroa mérica, integrado por Guatemala, El Salvador y Honduras, como consecuencia de muchos factores, entre ellos el creciente desempleo, una galopante pobreza y el incremento de la violencia.
Miles de migrantes cruzaron el territorio de Guatemala procedentes de Honduras y El Salvador, creyendo ingenuamente en la utopía del mal llamado “sueño americano”.
En todo este esquema, domina el desgarrador cuadro de desigualdad y exclusión social que ha caracterizado a las sociedades de estos países, en los cuales grupos minoritarios de la población concentran el mayor porcentaje de la riqueza, sobresaliendo salarios de hambre con graves carencias en el campo de la educación y la salud.
En el año 2000, la Coordinación de ONG y Cooperativas, Congcoop publicó un interesante análisis de la Convención Internacional sobre la protección de todos los trabajadores migratorios y sus familiares. Esta convención fue aprobada en 1990 por la Organización Mundial de las Naciones Unidas.
El documento contiene reflexiones muy valiosas sobre la realidad de subordinación y saqueo de las riquezas de países de menor desarrollo como Guatemala, por parte de las metrópolis hegemónicas como la del Norte. Llama la atención que en el fenómeno de la globalización, los capitales extranjeros y la tecnología, se mueven libremente por el mundo, mientras que las personas individuales enfrentan fronteras cada vez rígidas.
Por ello, la tendencia de naciones con mayor poder a endurecer legislaciones y militarizar las fronteras, lo cual ha traído como consecuencia que gran número de personas, emigre en condiciones irregulares y de vulnerabilidad, exponiéndose a perder la vida, como ocurrió recientemente con una nenita guatemalteca de 7 años quien acompañaba a su padre al ser detenidos por miembros de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
No se puede desconocer que los migrantes, entre ellos muchos guatemaltecos, están siendo víctimas de violaciones a sus derechos humanos, tanto en su trayecto como en los lugares de destino.
Los migrantes no son delincuentes, sino personas que van en busca de trabajo. Nadie puede negar que los migrantes son un factor de gran envergadura para la economía de los países ricos como Estados Unidos.