En pocos días el Tribunal Supremo Electoral estará convocando a los guatemaltecos para las elecciones generales del año próximo, y es importante que reflexionemos bajo qué condiciones se han de realizar los comicios a fin de entender si realmente algo ha cambiado en el país con relación al año 2015 cuando se terminó eligiendo al actual Congreso y Jimmy Morales se convirtió en Presidente de la República bajo el slogan de que no era ni corrupto ni ladrón.

Ha habido algunas modificaciones en la ley electoral pero la pregunta es si esos cambios serán suficientes para que alentemos la esperanza de que el voto ciudadano podrá derrotar al Pacto de Corruptos que, con todo y esos cambios, ha logrado consagrar un sistema basado en las mismas mañas del financiamiento electoral que ha sido tipificado como el pecado original de la democracia guatemalteca.

Pero la forma de escoger diputados, que tanto preocupó a muchos como resultado de la bazofia que se terminó eligiendo en la última elección, sigue intacta y los caciques seguirán siendo reelectos como hasta ahora porque no hay forma en que se pueda hacer una designación unipersonal de los representantes que, electos en planilla y postulados igual que siempre, llegarán a ser mayoría nuevamente haciendo, precisamente, lo mismo de siempre.

En el panorama ideal se podría suponer que el pueblo aprendió de su mala decisión de 2015 y que tratará de ser selectivo con los candidatos a diputados, pero se puede anticipar que la mayoría del Congreso será, por lo menos, del mismo tipo de los que ahora controlan al Organismo Legislativo. Y si siendo extraordinariamente cuidadosos en la elección presidencial se elige a alguien que realmente pueda propiciar algunos cambios, esa persona se verá frenada por la aplanadora de los poderes Legislativo y Judicial que harán micos y pericos para hacerle la vida imposible e impedir que se avance con una agenda real de cambios.

Pedir a la ciudadanía que con las mismas reglas haga una elección radicalmente diferente es como esperar que los olmos nos brinden peras. Las condiciones para la próxima elección, con todo y lo que aprendimos de la forma en que se hace la política aquí y de cómo se produce la cooptación del Estado, son propicias para que los corruptos sigan con la fiesta y de elegir para la Presidencia a alguien honesto, se le estará colocando en una posición complicada para enfrentar a la bazofia que seguramente tendremos en los otros poderes trabajando abiertamente para torpedear cualquier esfuerzo por la transparencia.

Redacción La Hora

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