Arlena Cifuentes
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El jueves recién pasado el periódico español ABC titulaba una noticia en la que se señalaba que cerca de 900 mil millones de euros le cuesta al Estado español la corrupción; asimismo, que significaba cerca del 98% del presupuesto en salud. Las paradojas de la política, en donde los países desarrollados pretenden darnos a nosotros las recetas anticorrupción y trasparencia.

Lo cierto es que lo anterior pone en la mesa un tema que afecta a la mayor parte de países del mundo, sino es que a todos: la corrupción. En cuanto a la transparencia, tenemos que llegar a una conclusión similar, sobre todo lo que tiene que ver con el funcionamiento de los sistemas de justicia. Los sistemas de justicia en la mayor parte de países latinoamericanos y en otras regiones del mundo están siendo cuestionados, sobre todo por el tratamiento que han hecho de los casos de corrupción, así como la inacción con los que detentan el poder en su momento, no debe perderse de vista que como ejemplo está el de la expresidenta de Argentina, que no es sino hasta ahora que es cuestionada.

El caso estadounidense es un ejemplo de ello, cuántas denuncias se han realizado en contra de la administración Trump y al propio Presidente, casi desde que se inició su mandato y, total, no pasa nada. Algo que agrava esta situación han sido, sin duda alguna, que muchas de las denuncias hechas -ejemplo claro de ello son las acusaciones de abuso en contra del nuevo Magistrado electo para la Corte Suprema, en donde quien lo acusaba se retractó-, sin duda alguna esto evidencia la manipulación que se hace tanto de uno como de otros con el fin de entorpecer la acción de la justicia.

Lo que deseo destacar es que como decimos los guatemaltecos “en todas partes se cuecen habas”, lo que sucede es que nosotros pensamos que el mundo inicia y finaliza en Guatemala, lo cual es del todo comprensible pues nos toca la piel, a quienes desde luego estamos preocupados por la crisis actual y el devenir, que somos los menos, ya que la población sigue indiferente y a las mayorías más golpeadas lo que les importa, con toda razón, es la sobrevivencia diaria. Sin embargo, la mayoría de países en el mundo están en la actualidad enfrentando problemas iguales o similares a los nuestros, como es el caso de la corrupción.

Pero como superar la paradoja. Dejando de ser una parte inactiva que asuma que todo lo que nos vienen a decir es del todo cierto, en lugar de construir nuestra verdad, es decir, construir nuestro sistema anticorrupción y de trasparencia. ¿Cómo hacerlo se preguntarán muchos? La respuesta es una sola, creando ciudadanos honestos y dispuestos a participar de la “cosa pública” no por prebendas o anhelo a enriquecerse, sino por servicio. Pero esto no se produce a los veinte años, ni a los treinta. Inicia con la formación en el hogar y es profundizado en una escuela que fomente los valores ciudadanos y democráticos, enseñanza que debería continuar hasta la universidad.

Mientras no tengamos una ciudadanía con valores y fortalezas democráticas mucho podemos hablar o manifestarlo en la calle pero ello, con el perdón de aquellos que piensen diferente de poco sirve. ¿Preguntémonos porqué la ciudadanía permanece indiferente en la crisis actual? Lo que usualmente vemos son reacciones causadas por hechos que causan indignación, por el cinismo de quienes gobiernan o por la injusticia. Esa dignidad del ser humano de la que todos deberíamos ser portadores aún está por construirse al igual que la ciudadanía.

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