Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Si quieres ganar un adepto para tu causa, convéncelo primero de que eres su amigo sincero”. Abraham Lincoln.

Vuelve la arena política, nunca mejor dicho, a darnos muchos titulares, y noticias falsas o verdaderas, que nos encontremos en período pre eleccionario, no significa necesariamente cambios de fondo en la politiquería nacional, además de los repitentes, de la imagen tradicional, se suman nuevos coprotagonistas de otras no tan alegres elecciones.

En nuestro podredumbrado sistema para ser una figura política, se necesita tener dinero bien habido o mal habido, más son los casos del dinero mal habido, y quien no tiene dinero, tiene uno o varios padrinos, que reparten su dinero gradualmente entre los posibles ganadores de más a menos, pero estos no son actos para reducir impuestos, o contribuir a los cambios que se necesitan en el país, son inversiones económicas, de las que se espera siempre una retribución.

El sistema nacional se resiste a los cambios necesarios para estructurar un proceso verdaderamente político, este es un sistema de mercado, pero no del mercado al más alto nivel, este sistema es semejante al mercado del guarda, en el que se venden productos en un noventa y nueve punto noventa y nueve falsificados, lo que es lo mismo espejismos que se nos pintan como un futuro prometedor, en camino a convertirnos en un país desarrollado, cuando los únicos que se podrían convertir en desarrollados son los bolsillos de los politiqueros de turno.

El sistema debe cambiar, si aspiramos a un futuro diferente, principiando desde el período electoral, que debería ser más corto, la campaña política debería durar mínimo un mes, los candidatos habrían de someterse a debates sobre sus programas de gobierno, y que conozcamos a sus colaboradores más cercanos, a quienes corresponderían someterse también, a debates sobre sus probables aportaciones a un futuro gobierno, que conozcamos la hoja de vida de los candidatos a diputados, quienes sin ser intelectuales, deberían ser verdaderos conocedores de la realidad nacional, y de las soluciones reales a los problemas que afectan al país.

Nos merecemos una campaña política que no se encontrara basada en cancioncitas, ni en quien regala más láminas a los más pobres a cambio de un voto, y a los menos pobres si son parte del grupo, y trabajan para el partido, espacios de poder en los que aflore la corrupción.

Las palabras del ministro Alonzo, reflejan sin pudor, la realidad del cuasi político de este nuestro país bananero, el puesto de ministro es “político” para realizar la labor existen los asesores, no señor, no es así, los ministros deben ser técnicos, pero además conocer la cartera a la que representan, como administradores y con la espertiz suficiente, no como la exministra de Salud Pública la doctora Mack, cuyo paso por la cartera no dejó ningún cambio sustancial en la misma, saliendo literalmente corriendo, demostrando no solamente su falta de conocimiento como su falta de profesionalidad.

Nuestra sociedad no merece el sistema político que tenemos, porque dentro de él subyace lo más mediocre de nuestra comunidad, no se necesita ser docto en nada para acceder a un puesto relevante cada cuatro años, hace falta aportar dinero, tener un padrino, o ser los pajes de la boda para llegar a dirigir un ministerio o una dirección, y los menos afortunados se ubicaran en la base de la pirámide, mientras los tecnócratas tiemblan cada cuatro años, porque aún con la experiencia dentro del Estado, su empleo no está asegurado.

Cuando nuestro sistema cambie de fondo, tendremos resultados alentadores para nuestros niños y jóvenes, mientras no cambie, simplemente no tendremos futuro, y un país sin futuro es un pozo sin fondo.

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