Roberto Arías

robertoarias@outlook.com.ar

Nació en la ciudad de Guatemala el 5 de mayo de 1942. Especializado en asesoría en comunicación, con especialización en medio ambiente. Estudió Comunicación en la Universidad de San Carlos de Guatemala y posee un postgrado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO, así como un postgrado en Forestería y Medio Ambiente de la Universidad de Auburn, Alabama, EEUU. Ha conducido programas de radio y televisión, entrevistando a personalidades nacionales e internacionales.

post author

Roberto Arias

Sabemos perfectamente que el hecho decisivo para el desarrollo del orden mundial político, económico, cultural, militar y social que vivimos hoy en día, fue sin lugar a dudas el derrumbe más famoso de la historia contemporánea; la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, después de casi tres décadas de haberse erigido, aunque no es este derrumbe el que inicia la dinámica de la aún desconocida geopolítica del miedo. Este concepto, novedoso para muchos, refleja muy bien cómo funciona el mundo en la actualidad.

Este hecho sirvió para afianzar a Occidente como referente del modelo político y económico perfecto. A partir de este momento histórico (la desaparición de la fuerza geopolítica del bloque comunista), la primera potencia mundial, Estados Unidos, y sus seguidores (los países occidentales), no tenían un enemigo poderoso que les hiciera frente política, económica o militarmente. Así pues, se afirmó la supremacía occidental, encabezada por Estados Unidos.

El afianzamiento del modelo occidental significa “el fin de la Historia”, según el politólogo Francis Fukuyama, quien asegura que con este proceso hemos asistido a “el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final del gobierno humano”. Una reflexión que merece leerse dos veces.

La relación del nacimiento de la geopolítica del miedo es en el centro nervioso de Occidente, en el lugar preciso donde existe, según algunos, el punto a donde llegan las órdenes para las directrices económicas mundiales: La ciudad de Nueva York, en donde está Wall Street y, obviamente, la FED, el Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos ubicada en Washington, con otro derrumbe mucho más reciente que el del Muro de Berlín: el ataque a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001.

Este acto fue un auto ataque, tal y como lo referí en el Diario La Hora, una semana después de que ocurriera. Más adelante vinieron las otras denuncias de auto ataque, de parte de muchas celebridades y periodistas mundiales. Lo importante era sembrar la semilla del “Terrorismo”, palabra que, como se dijo en artículo del sábado anterior, es una palabra “Talismán o Amuleto”, como se conoce en las Ciencias de la Comunicación a las palabras que realmente no tienen sentido, pero que tocan el espíritu de quienes las leen y las hacen suyas para defenderlas a capa y espada, a saber, “Libertad, Democracia, Justicia, Igualdad”, etcétera.

La palabra “Terrorismo” quedó sembrada como semilla fructífera en el imaginario colectivo mundial y el desasosiego logró superar los miedos sociales anteriores. El escogido para sembrar esa semilla fue George Bush hijo.

Este acontecimiento dejó mudo al mundo entero, mientras se transmitían escenas dantescas de lo que estaba sucediendo en ese momento en las Torres Gemelas del World Trade Center en la Ciudad de Nueva York, el símbolo de poder mundial que tienen los Estados Unidos, así como antes fue el Empire State Building, en esa misma cosmopolita ciudad. Continuará.

Artículo anteriorEE. UU.: Elecciones de mitad de mandato históricas, cifra de votantes vergonzosa
Artículo siguienteAntigua danza milenaria en Guatemala