Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
La semana pasada el CACIF ofreció una conferencia en el contexto de la defensa gremial y social que varias personas hicieron del exministro de Gobernación, Carlos Vielmann y en ella, entre otras cosas, dijeron que era necesario abordar las reformas al Sector Justicia, pero desde ese entonces a la fecha, como bien dice el chiste, “no se oye padre”.
El martes, en el evento de experiencias comparadas en el combate a la corrupción, Estuardo Porras fue muy claro en torno al papel que nos toca jugar a aquellos que desde un sector privado no comprometido con los vicios del pasado, deseamos un futuro mejor. La magistrada Delia Dávila y la jueza Erika Aifán, que han sido parte vital de esa camada de mujeres valientes, fueron certeras en torno a los vicios y los ajustes que necesitamos.
Aifán mencionó la necesidad que tienen los operadores de justicia independientes (que no se prestan a juegos arreglados como hemos visto) de contar con apoyo de sus superiores y por eso resultó importante la declaración del secretario general del Ministerio Público (MP), Rony López, de que la lucha contra la corrupción rompió barreras en el país.
Y es importante que esas expresiones de personeros del MP vayan siempre acompañadas de actos porque no deja de llamar la atención cómo es que, quienes desean volver al pasado, insisten en la necesidad de que todo el tema investigativo se canalice en Consuelo Porras al tiempo que presionan a los fiscales pero piden, paradójicamente, independencia para una jueza en particular como si ya supieran lo que iba a resolver.
Ayer Italo Antoniotti decía en su columna que “hasta que logremos despojarnos de intereses ocultos en el debate nacional, entonces podremos lograr acuerdos de país, si continuamos igual, siempre será un pacto de los gitanos más poderosos contra aquellos que quieren pero no pueden”.
Y así, hay más voces que están más comprometidas con un futuro diferente que con el pasado de siempre y por eso es bien importante que se unan los esfuerzos en un momento definitivo en nuestra historia. Esto es una maratón, no una carrera de velocidad y no dudo que el cambio de Guatemala llegará, pero la pregunta es cuándo, cómo y con quiénes.
Algunos, en lugar de andar pactando con el Congreso, transando con jueces o magistrados y en lugar de influir en Jimmy Morales para que haga locuras por las que después no darán la cara (como pasó el día del non grato), bien harían en forzar el debate que no se quiere tener porque en el fondo no hay interés en muchos de que esto cambie porque ha sido rentable.
Han tenido que convivir con mafias, aceptar ilegalidades a pesar de los golpes en el pecho, pero transitar en la ruta de la ilegalidad resultó más fácil que dar los pasos duros pero sostenibles de cara al futuro.
Siempre he dicho que todos somos dueños de un pasado y que al día de hoy hemos llegado al presente con cosas buenas y malas. Lo que marca el rumbo es lo que hagamos de ahora en adelante y por eso insisto, necesitamos más voces y los que no han quitado maña, bien harían en entender que ese camino no tiene futuro aunque el cambio tarde en llegar.