Mario Alberto Carrera
marioalbertocarrera@gmail.com

Los términos “progreso” y “desarrollo” o “civilización”, “cultura” y “evolución” tienen y sostienen una relación semántica casi consanguínea y acaso de linaje originario. En el imaginario colectivo las cinco voces asumen una representación con carga positiva, esto es, como palabras cuyo significado representa avance, mejora y éxito. Pero no es así.

Progreso, desarrollo, civilización, cultura o evolución nos están arrastrando a terminar y acabar con el mundo que nos fue donado en condiciones óptimas y a socavar la condición humana al punto de y en que el Hombre deviene nuevamente bestia (por la explotación del hombre) como en un retorno a los inicios cavernarios y cavernícolas de la Prehistoria. Pero ¡precisamente!, por efectos del “desarrollo” y de la “cultura” y “civilizaciones” a las que ha llegado –el humano– mediante el “progreso”.

La semántica, el DLE o DRAE traen y contienen las definiciones bastante chatas y planas de las palabras. Los poetas lo saben muy bien y por eso son inventores de nuevos signos y novísimos significados. Ellos me absolverían o me absuelven del acaso pecado de decir que los cinco términos que arriba he consignado entrecomillados, son un tanto falsos en los lexicones académicos, con perdón de la Academia que ya sabe que soy un rebelde con causa…

Progreso y desarrollo es para la élite económica un determinado fenómeno y para los intelectuales democráticos y la humanidad –que recibe los efectos negativos de esos dos términos– otra, muy otra. O sea que, no solamente estamos frente a disyuntivas semánticas, sino también ideológicas y acaso filosóficas, porque ¿quién dice la verdad? ¿Es manipulable la verdad? ¿La verdad puede ser presentada de una o de otra manera, según convenga? ¿El oro, las hidroeléctricas, las minas, y minera S. Rafael, suponen progreso, mejoras y desarrollo para el país? Aquí comienzan los “asegunes” que son de ida y vuelta. Depende de la óptica y el punto de vista, como en las novelas…

Los “descubridores” –pero sobre todo los conquistadores castellanos, con una irónica y cínica cruz en la siniestra y en la diestra una espada sangrienta de liberación, civilización, progreso y desarrollo– pisaron y repisaron las tierras del Nuevo Mundo y, aunque Cristo les había enseñado el amor al prójimo, asesinaron extrajudicialmente, estrellaron infantes contra las paredes de los ranchos y torturaron a los indios de las Indias para que confesaran dónde estaban las minas de oro que, corriendo el tiempo, ahora sabemos –y por las consecuencias y “asegunes”– que es la caca del mismísimo Belcebú Rodríguez.

Por aquella tradición “bien” fundada, que dejó caca (u oro) por todos lados y por aquella fundación latifundista y encomendera, los nuevos conquistadores –enquistados en la alta burguesía actual–actúan de la misma manera. Entran, ocupan, despojan, caen sobre las tierras comunales ancestrales y asesinan a los dirigentes rurales porque se creen (y en la realidad son) los dueños de la finca colonial llamada Guatemala.

Y cuando alguien se les resiste y acaso hay “razones” para no ejecutarlo (como a los seis o siete mártires de los que en esta misma columna he dado cuenta sólo en este 2018) se encuentran baladíes razones “legales” para condenarlo a seis años de prisión. Este es el caso de Bernardo Caal. Mientras, todo el establishment –en cambio– monta sus fuerzas inmensas –y baterías castrenses– para defender a Carlos Vielmann…

Continúa y concluye el lunes 19.

Mario Alberto Carrera

marioalbertocarrera@gmail.com

Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

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