Roberto Arías

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Nació en la ciudad de Guatemala el 5 de mayo de 1942. Especializado en asesoría en comunicación, con especialización en medio ambiente. Estudió Comunicación en la Universidad de San Carlos de Guatemala y posee un postgrado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO, así como un postgrado en Forestería y Medio Ambiente de la Universidad de Auburn, Alabama, EEUU. Ha conducido programas de radio y televisión, entrevistando a personalidades nacionales e internacionales.

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Roberto Arias

Al examinar las Escrituras Griegas Cristianas, no encontramos indicios de que los miembros de la iglesia del primer siglo tuvieran que pagar diezmos. Es cierto, hicieron contribuciones como medidas de ayuda a favor de sus compañeros creyentes en necesidad. También dieron ayuda a los ancianos que trabajaban duro en hablar y enseñar. Pero en ninguna ocasión leemos que se apartara una cantidad específica de los ingresos para esas contribuciones. -Hech. 11:29; Rom. 15:26; 1 Cor. 16:1-3; Fili. 4:15, 16.

En las Escrituras Griegas Cristianas el énfasis se pone en el dar voluntario que surge del corazón. Nos dicen: “Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será aceptada según lo que uno tiene, no según lo que no tiene.” (2 Cor. 8:12) “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” (2 Cor. 9:7) Es claro, entonces, que si el pagar diezmos hubiera sido cosa obligatoria para los cristianos, la cantidad ya habría estado determinada para ellos por medio de algún mandamiento específico.

Los cristianos no deben pagar el diezmo. En ningún momento se les ordenó a los cristianos del primer siglo que pagasen diezmos. Bajo la Ley, el propósito principal había sido apoyar el templo de Israel y su sacerdocio. Por consiguiente, la obligación de pagar el diezmo cesaría cuando el pacto de la ley mosaica finalizase, al llegar a su fin con la muerte y resurrección de Cristo. (Ef 2:15; Col 2:13, 14.) Es cierto que los sacerdotes levíticos continuaron sirviendo en el templo de Jerusalén hasta que fue destruido en el año 70 D.C., pero desde 33 D.C. los cristianos llegaron a ser parte de un sacerdocio espiritual nuevo, un sacerdocio que no necesitaba diezmos. (Ro 6:14; Heb 7:12; 1Pe 2:9.)

A los cristianos se les alentaba a apoyar el ministerio, tanto mediante su propia actividad ministerial como mediante sus contribuciones materiales. En lugar de dar cantidades fijas para asistir los gastos de la hermandad, habían de contribuir ‘según lo que tenía la persona’, dando ‘como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre’. (2Cor. 8:12; 9:7.) Se les alentó a seguir el principio: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Porque la escritura dice: ‘No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario’ (1Tim. 5:17,18.) Sin embargo, el apóstol Pablo dejó un buen ejemplo al no convertirse en una carga económica indebida para la congregación. (Hch. 18:3; 1Tes. 2:9.)

Queda absolutamente claro y totalmente documentado, que el diezmo exigido por muchas iglesias cristianas de diferentes denominaciones, es radicalmente contrario a lo establecido por Jehová, el Dios de los hebreos y de los cristianos, con el nuevo Pacto hecho con la humanidad, a través del derramamiento de sangre, la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, Su Hijo Unigénito.

Pedir diezmos a los feligreses es ilegal.

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