Guatemala, antañona Capitanía General del Centro de América, recibe en la Cumbre Iberoamericana a numerosos jefes de Estado que se reunirán en Antigua Guatemala en la continuación de una serie de encuentros relativamente fastuosos y de escasos acuerdos prácticos y tangibles.

Llegan los mandatarios a una región díscola que por tradición se ha sometido a diversas formas de dictadura y cuyos pueblos languidecen como consecuencia de la patética falta de políticas públicas para impulsar el desarrollo humano como palanca para alcanzar el desarrollo social. Durante buena parte del siglo pasado estos países fueron gobernados por tiranos de distinto tipo que sojuzgaron a las poblaciones y hundieron a las naciones en condiciones que llegan a ser patéticas.

En la primera mitad del siglo pasado hubo momentos en que Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua estaban bajo la bota de la tiranía de manera simultánea y la situación se empieza a repetir con los casos concretos de Nicaragua, donde Ortega está superando a Somoza, en Honduras con Juan Orlando Hernández pisando las huellas de Carías y una Guatemala donde se asienta y consolida una dictadura de la corrupción que avanza con prepotencia y tono ubiquista.

Bien decía algún escritor que Centroamérica es una región tan bendita por la naturaleza, con tantas bellezas y riquezas que, para compensar, Dios le mandó a los peores gobernantes. Y lo vemos día a día, con las actitudes de mandatarios y políticos que se esmeran en hundir en el atraso y subdesarrollo a estos pueblos mientras ellos amasan inmensas fortunas para su beneficio personal y para beneficio de sus mecenas financieros que, pagándoles las campañas, los convierten en títeres para que se pongan de culumbrón durante la duración de su período.

Ayer Estados Unidos anunció que reorientará sus programas de asistencia a estos países por la incapacidad de frenar la migración que es consecuencia de la pobreza e inseguridad que generan los Estados que fallan en el cumplimiento de sus fines. Estados Unidos no ha entendido que mientras haya corrupción habrá miseria de los pueblos y que por lo tanto es fundamental centrar el esfuerzo en destruir cualquier modelo de dictaduras basadas en la corrupción, sean éstas personales o de élites que se adueñan y apropian por completo de las naciones para ponerlas a su servicio.

Hoy se escucharán, además de las charadas y el llanto plañidero de Morales, discursos hermosos sobre el futuro de Iberoamérica, pero mientras no ataquemos el mal de fondo, esas palabras se las llevará el viento porque la prosperidad no puede surgir en medio de tanta corrupción.

Redacción La Hora

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