Por Roberto Lavalle Valdés
Abogado colegiado 965
Me ha mortificado ver un comunicado de prensa recién emitido por la Cancillería. Se trata del comunicado de prensa del 10 del mes en curso acerca de la presentación de copias de estilo a la Ministra de Relaciones Exteriores por la embajadora de una supuesta «República de Canadá». Ahora bien Canadá no puede llamarse así por la sencilla razón de que su jefe de Estado es el monarca británico, actualmente la reina de Inglaterra.
No muy grave sería este error por parte de la Cancillería si el comunicado se refiriera a actividades sin carácter predominantemente diplomático.
Ello sería el caso si se tratara de ayuda prestada por Canadá a Guatemala en áreas técnicas ajenas a la diplomacia propiamente dicha. Si por ejemplo el tema fuera de asistencia prestada por Canadá respecto de, digamos, el mantenimiento de carreteras, el funcionario de la Cancillería a quien le tocara redactar un comunicado sobre tal materia bien pudiera saber más sobre ella que sobre actividades puramente diplomáticas, por cuya razón se le pudiera perdonar que andase algo flojo sobre estas últimas.
Pero por tratarse de un acto diplomático de elevado nivel ceremonial el comunicado en cuestión tendría que haber sido redactado por un funcionario con excelente conocimiento de la diplomacia.
Ahora bien cualquier persona con capacidad mínima en esa materia tiene que saber que, por la razón señalada, a Canadá no se le puede calificar de «república».
La referida metida de pata muestra la incompetencia que pueden tener los funcionarios de la Cancillería. Tiende también a desacreditar a la Ministra, que debería echar una mirada a los comunicados de prensa del Ministerio, particularmente tratándose de funciones del más alto nivel protocolario y que ella desempeña en forma exclusiva y prominente. Sólo que talvez esté tan empeñada en ver de destrozar a la CICIG que no le queda energía para velar por la corrección de documentos diplomáticos.
Otra cosa: son numerosos los canadienses que quisieran cortar todo vínculo constitucional entre su país y la corona británica, transformando a Canadá en república. ¿No será que al ver ellos que la Cancillería guatemalteca llama a su país «república» pensará que el objetivo es prestarles apoyo? Pero en tal caso Guatemala se estaría injiriendo en los asuntos internos de Canadá, lo que prohíbe el derecho internacional.
Finalmente un consejo: existe un documento de Naciones Unidas que indica los nombres oficiales en los idiomas de trabajo de la ONU. Convendría que la Cancillería obtenga un ejemplar de ese documento.