Edgar Villanueva
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La infraestructura es vital para el desarrollo del país. Está compuesta de diversos elementos como carreteras, caminos rurales, puentes y puertos. Todo el conjunto debe de funcionar y tener constante mantenimiento para que un país sea competitivo y para que sus productos sean exportados.
El caso de los puertos es digno de ser analizado, pues son estaciones de acopio, embarque y traslado de personas y productos y su eficiencia y costo es vital para la competitividad del país. Lamentablemente, esta infraestructura, al igual que las carreteras, está sufriendo por el paso del tiempo, por la lentitud que genera la burocracia y por la falta de infraestructura complementaria que le permita operar con mayor rapidez y eficacia.
Nuestros tres puertos, Quetzal, Santo Tomás de Castilla y Puerto Barrios fueron construidos recientemente. A pesar de su relativa juventud, los tres sufren ya deterioros por el paso del tiempo, el uso y el inclemente efecto del agua salada sobre sus estructuras. Al mismo tiempo, la falta de inversión en tecnología, los ha dejado un tanto rezagado de sus pares Centroamericanos (como Puerto Cortés o Panamá) y no digamos de sus potenciales competidores mexicanos. Solamente Puerto Barrios ha ido caminando un poco más de cerca con el paso del tiempo, en gran parte por su tamaño, y porque, por la naturaleza jurídica de su operación es el más ejecutivo de los tres.
Esto me lleva a la lentitud generada por la burocracia portuaria cuando el manejo de la misma está solo en manos del Estado y cuando éste es débil y carece de los recursos monetarios y humanos para operar un puerto de primer nivel. Datos de hace pocos años arrojaba que, Puerto Barrios con 1/8 de la infraestructura y con 1/6 del personal, era mucho más eficiente que Santo Tomás de Castilla. Esto no es una defensa de la privatización, pero si una muestra que la burocracia, y principalmente los sindicatos que viven para negociar y no para velar por el trabajador, pueden ahogar fácilmente la economía de un país.
De igual manera lo puede hacer la falta de infraestructura complementaria al Puerto. En Puerto Barrios y Santo Tomás de Castilla, las colas para acceder al puerto se extienden por varios kilómetros hacia la carretera al Atlántico pues no hay infraestructura secundaria que permita que los tráileres lleguen a la ciudad y se estacionen fuera del casco urbano de la misma. Esto genera embotellamientos que retrasan considerablemente el traslado de mercaderías y reducen el dinamismo de la economía local.
En definitiva los puertos son parte de la columna vertebral de la economía de nuestro país. Sin la atención debida, su modernización y alianzas público privadas que les puedan proveer tecnología y dinamismo, cualquier inversión en otras áreas de infraestructura no tendrá los efectos deseados. Estas inversiones aunque costosas, deben de ir en paralelo para que tengan el impacto multiplicador que todos esperamos y para que generen empleo y prosperidad para las comunidades donde se encuentran.