Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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Por muchos años de mi vida estuve dedicado al negocio de los vehículos automotores por lo que adquirí la suficiente experiencia para convencerme que la gran mayoría de consumidores no tienen ni idea de lo ventajoso que es conservar sus vehículos dentro de un buen estado general, dándoles su periódico servicio de mantenimiento, evitando así la degradación, como sufrir su pérdida de valor constante. Un amigo de colegio adquirió conmigo un nuevo modelo de una marca bien conocida por su calidad de fabricación, además del prestigio por estar bien hecho. Pasado el tiempo, varios años después por cierto, lo encontré en un evento social y me fue a abrazar diciendo que le había vendido un carro increíble, -es tan bueno, me dijo-, que desde que te lo compré no le he gastado un centavo más aparte de la gasolina.

Intenté por varios minutos de convencerlo porque estaba perdiendo mucho dinero si no invertía en los servicios periódicos recomendados por los fabricantes en sus manuales, en donde claramente se indica la periodicidad y el tipo de servicio post compra. Me respondió tajantemente, -¡no hombre! Esas son mañas de los fabricantes para seguirle a uno sacando el pisto del bolsillo-. Si realmente son bien hechos, terminó diciendo, -deben durar al menos el tiempo que lo garantizan-. Asombrado por su respuesta, preferí callarme y pensar en que allá él si seguía pensando de esa manera. Aclaro que traje a cuenta el ejemplo anterior, para referirme al por qué los funcionarios públicos hacen lo mismo con las obras públicas. ¿Por qué al Anillo Periférico, por ejemplo, jamás le han hecho un mantenimiento periódico o al menos, tapar los hoyos o ranuras que se le abren al asfalto durante la época calurosa y también la lluviosa?

El estimado lector, podrá estar pensando a estas alturas, que estoy exponiendo un criterio que no va con nuestra idiosincrasia chapina, lo que se nota hasta en las paredes de los edificios públicos, a los que no se les aplica periódicamente la pintura, no digamos el pésimo mantenimiento que se le brinda a la cinta asfáltica de los miles de miles de kilómetros construidos en nuestro país a un costo elevadísimo por la serie de comisiones y pagos debajo de la mesa que se acostumbran en las corruptas adjudicaciones. Y es por ello, que nuestras calles y carreteras se encuentran hoy y así se mantienen en pésimo estado de mantenimiento. -Si mucho, tapan los hoyos hasta que se vuelven verdaderos cráteres-, comentaban mis abuelos y lo mismo decían nuestros padres, ahora los hijos y seguramente también lo dirán los nietos.

Los presidentes, alcaldes o funcionarios, quienes se deben a sus electores, debieran tener presente que su función se debería ceñir fundamentalmente a prestar excelentes servicios públicos, a cumplir con las leyes y a mejorar las condiciones de vida de los habitantes, ¿por qué no hacerlo dándole el mantenimiento debido a lo que encuentran?

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