Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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No es un globo el que están lanzando alrededor del tema de la reelección presidencial sino una de las salidas que se están explorando para asegurar el fin de la lucha contra la corrupción, y eso tiene enormes implicaciones no sólo por el atentado que implica contra la Constitución de la República sino porque encaminaría al país a una ruta en la que, únicamente mediante un fraude electoral, se podría conseguir que Jimmy Morales siguiera en el poder porque no hay forma en que la población pueda volver a elegirlo luego del desastre que ha sido este gobierno.

Pero hay ingenuos que sostienen que nuestro sistema electoral alcanzó ya la perfección y que no existe manera de que aquí se pueda realizar un fraude electoral como los que ocurrieron tanto en el pasado. Hay que ser verdaderamente baboso para afirmar tamaña barrabasada porque no existe el modelo electoral perfecto y hasta en Estados Unidos se han visto trinquetes como el que ocurrió en el año 2000 en Florida que le arrebató el triunfo a Al Gore, para no citar sino el más obvio de los casos ocurridos en ese país que es visto como el modelo de la democracia.

En Guatemala funciona un sistema en el que hay fiscales de los partidos políticos en las mesas y distritos electorales y según los ingenuos eso blinda el modelo y no hay forma de que en el día de las elecciones se pueda escamotear una elección. Dicen que puede haber un fraude perpetrado en los días previos, como podría ser la no inscripción de un candidato, pero no en el momento mismo de la realización de los comicios.

Son puras babosadas afirmar que tenemos ese nivel de blindaje para evitar que aquí ocurra lo que pasó en Honduras con el beneplácito de los Estados Unidos. En Honduras fue obvio y burdo el fraude, como tendría que ser el de aquí, pero ello no impediría que se consagrara el resultado electoral amañado.

Siempre he pensado que los fraudes electorales en Guatemala terminaron siendo posibles por la indiferencia de la gente que, ante la evidencia de lo que estaba pasando terminaba resignándose. La única vez que realmente hubo reacción de la ciudadanía fue en 1974 cuando la protesta callejera estaba en constante aumento, hasta que el líder, el llamado a defender su triunfo, el general Ríos Montt, aceptó irse de agregado militar a España, dejando tirada la causa y abandonada a la gente que se estaba ya enfrentando a la fuerza pública como se pudo ver, según recuerdo, en la Plaza Barrios cuando una vibrante y masiva manifestación popular fue reprimida por la policía y fue precisamente en ese momento que se pasó el mensaje a los manifestantes que se retiraran porque ya el General había regresado al Ejército como agregado militar.

No me cabe duda que Jimmy está encampanado con las voces de la reelección y sabe que, para lograrla, necesitaría un masivo fraude electoral porque su popularidad está por los suelos. Y tampoco me cabe duda que, si los ciudadanos nos dejamos, ese panorama es más que posible con la bendición trumpista.

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