Claudia Escobar
En los países en donde existe una verdadera separación de poderes entre el organismo Ejecutivo, Legislativo y Judicial las designaciones de las autoridades de cualquiera de estos poderes es de suma importancia para la democracia. En Estados Unidos de América el Congreso es un órgano que se divide en la Cámara de los Representantes, compuesto de 435 representantes y el Senado que se integra con cien miembros.
Durante el primer martes de noviembre se llevan a cabo las elecciones de medio término, en donde los ciudadanos tienen la oportunidad de respaldar la gestión del Presidente -en funciones- dando el voto de confianza a su partido o bien eligiendo por el partido contrario. El día de ayer los estadounidenses se volcaron a las urnas para elegir a representantes y senadores. Según los analistas políticos estas han sido las elecciones más polarizadas de la historia reciente en los EE. UU.
Los resultados reflejan que el Senado continuará bajo el control del partido republicano, mientras que los demócratas ganaron la Cámara de Representantes. Esto sin duda será un golpe bajo para el presidente Donald Trump, quien se ha dedicado -como ningún otro Presidente- a realizar una campaña a favor del partido republicano. Con los demócratas en control de la Casa de los Representantes, la política estadounidense verá en los próximos meses cómo funciona en la práctica el equilibrio de poderes que busca la teoría de los pesos y contrapesos (checks and balances).
El poder del Presidente se verá limitado por el poder del Legislativo. Sin capacidad de negociación y búsqueda de acuerdos no será posible promover la agenda legislativa que Trump ofrece. El Presidente actual de los EE. UU. no se ha caracterizado por su capacidad de negociación, sino todo lo contrario busca constantemente la confrontación con sus opositores políticos.
A pesar de que en el midwest, en las áreas rurales y en el sur de los EE. UU., donde el discurso de “Make America grate again” resuena con más eco hayan votado por los republicanos, la victoria en términos generales es de los demócratas. Los habitantes que rechazan la migración y que se sienten preocupados por la llegada a sus tierras de miles de extranjeros que diariamente cruzan la frontera, no pudieron en las urnas imponer a sus representantes.
El voto hispano, cada vez más importante, dio la espalda a los republicanos en la elección. Los resultados en Miami, donde perdieron dos de los tres representantes al Congreso, hablan por sí solos. Pero también en Texas los latinos demócratas eligieron a dos mujeres hispanas congresistas: Verónica Escobar y Silvia García. Es evidente que la mayoría de los latinos rechazan a un partido que usa la división y la discriminación en su política. El efecto de un discurso racista que pretende criminalizar a los migrantes perjudicó a los republicanos.
Esperamos que el cambio en el Congreso estadounidense tenga un efecto en la política exterior de los Estados Unidos, que contribuya a que la relación con América Latina sea de mayor entendimiento, de respeto y de apoyo para que todos los países de la región fortalezcan sus procesos democráticos y alcancen la prosperidad.