Ayer los gobernantes de Guatemala y Honduras siguieron con la patraña de que la migración es resultado de manipulación orquestada por alguien, sin entender que es precisamente la ineficiencia de sus respectivos gobiernos lo que hace que la gente, desesperada, se sume a cualquier caravana que se proponga para viajar a Estados Unidos en condiciones menos riesgosas que el viaje en solitario pactado con algún inescrupuloso Coyote que saca un ojo de la cara a quienes se sienten agobiados por la falta de oportunidades para alcanzar niveles de vida dignos.

Mientras no se implementen políticas que pongan atención a las necesidades de la gente y los gobiernos sigan cooptados por las élites que acaparan para sí todo el recurso público mediante la acumulación de privilegios y corruptelas, será imposible contener los flujos migratorios que tanto preocupan a Estados Unidos. Y precisamente la falla del Plan de la Alianza para la Prosperidad es que ha sido orientado a la supuesta generación de empleo y se trasladan recursos sin entender que hace falta una política de inversión pública para promover más desarrollo humano, dejando atrás el engaño de que el bienestar llegará por derrame porque si así fuera, hace años que los ciudadanos tendrían que haber empezado a recibir los beneficios de tanta acumulación de riqueza en un sentido, el de quienes teniendo más saliva siempre tragan más pinol.

El problema de la migración no se puede enfrentar sin atender los problemas de la pobreza que agobian a la población de estos países, y aunque Trump y su gobierno endurezcan posiciones y envíen tropas, supuestamente para hacer lo que saben hacer que es disparar, porque la necesidad es tan grande que la gente seguirá desafiando las adversidades que significa el tomar esa drástica decisión de buscar lo que se ha conocido como el sueño americano y que, viendo el producto de las remesas, por supuesto que está allí para quienes estén dispuestos a ir a trabajar duro para crearse las oportunidades que en estas latitudes son totalmente inexistentes.

Por más que gente como los presidentes de Guatemala y Honduras se pongan de alfombra de la administración norteamericana no podrán frenar las caravanas que orquestadas y visibles o simplemente silenciosas como la guatemalteca, siguen enviando a miles de personas a esa aventura dramática que es la migración.

Si tras la Segunda Guerra Mundial el Plan Marshall hubiera sido concentrado como el de la Prosperidad en beneficio de los que ya lo tienen todo, el mundo sería un desastre porque los más vivos saben cómo aprovecharse hasta de la pobreza de los pueblos.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorAlberto y los migrantes haciéndose grandes
Artículo siguienteResistencia a los antibióticos causa 33 mil muertes en Europa al año