Eduardo Blandón
El tema de esta semana, si no nos sorprende por enésima vez Jimmy Morales o algunos de nuestros indignos diputados del Congreso de la República, será las elecciones en los Estados Unidos para senadores, representantes, gobernadores y legisladores nacionales. El martes es el día puntual del evento, pero desde hace días y seguramente con posterioridad, los ríos de tinta no han dejado de llenar los periódicos y las redes sociales en todo el mundo.
Hay un interés global por lo que suceda en los Estados Unidos no solo por su trascendencia política y económica que, como efecto dominó, repercute sobre los demás países, sino por el manejo particular en temas como seguridad, protección del medio ambiente, comercio internacional, política migratoria, relaciones internacionales… y muchos más, gestionados con poca ortodoxia por el presidente en funciones, Donald Trump.
Me ha llamado particularmente la atención, el artículo firmado por Moisés Naím donde no solo suspende el juicio sobre el resultado de las elecciones americanas, sino se muestra atónito por la base del electorado que lo apoya, “Perdonando a Trump” (así titula su columna), todas las tropelías del gobernante sin escrúpulos.
El analista político dice que las encuestas revelan que un 40% de los votantes se decantaría a favor de Trump. Entre ellos, por supuesto, la clase adinerada de Norteamérica que se siente cómoda con las políticas de rebaja de impuestos y eliminación de regulaciones que les permite mayores utilidades y prácticamente cogobernar con el jefe de la Casa Blanca. La cifra alcanza también, y esto es lo que sorprende al columnista de El País, a las clases bajas y medias, así como a las iglesias evangélicas, que favorecen al gobernante.
“El apoyo a Trump no está solo motivado por intereses económicos. Los grupos evangélicos cuyos pastores regularmente denuncian conductas como las que ha exhibido Trump (infidelidad, mendacidad, avaricia, materialismo, crueldad, egolatría, etcétera) forman parte entusiasta de su electorado. Ver como bebés lactantes son separados de sus madres en la frontera y luego desaparecen, perdidos en un hueco negro de la insensible burocracia estadounidense, no hizo mella en el incondicional apoyo de algunos líderes evangélicos a Trump. Ignorar los vicios y pecados del presidente es un precio que están dispuestos a pagar con tal de que él promueva iniciativas que dificulten el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo o borren a Darwin de los textos escolares”.
El martes quedará despejada la duda sobre las preferencias del electorado norteamericano. Nos enteraremos si la crítica contra los desmanes del presidente Trump ha calado en las conciencias de sus votantes o, como sugiere Naím, serán perdonadas sus faltas, inclinando la balanza en beneficio del político a toda luz, xenófobo, racista, misógino, intolerante, evasor de impuestos… entre tantas perlas más que lo caracterizan.