Jorge Raymundo
Los Chuj son una población maya Chuj perteneciente a la comunidad lingüística que se encuentra dispersa entre los municipios de San Mateo Ixtatán, San Sebastián Coatán y Nentón, de la región norte del departamento de Huehuetenango, colindando con la zona fronteriza sur de Chiapas México. De hecho hay y siempre ha habido un fuerte flujo comercial y migración entre los dos países de población fronteriza. Son vecinos y lingüísticamente emparentados con el idioma Q’anjob’al y Akateco y Popti. De hecho, los chuj casi todos hablan alguno de estos idiomas, especialmente el Q’anjob’al, ya que en todas sus transacciones comerciales y administrativos con el Estado guatemalteco, tienen que pasar por territorios Q’anjob’al, por lo que deben poder comunicarse.
Es un pueblo reacio, fuerte y acostumbrado a ganarse la vida muy difícil venciendo la agreste zona montañosa de los Cuchumatanes para sacar productos para su subsistencia en los áridos y boscosos suelos de la región. Se ha caracterizado también por ser una población desconfiada, muy conservadora de ser chuj, su idioma, sus creencias espirituales, su cultura en una sola palabra. De hecho, por los años 50 y 60 del siglo pasado se opusieron fuertemente a la penetración de la religión católica y los curas Maryknoll que en aquel entonces fueron asignados para “evangelizar” a los chuj, tuvieron muchas dificultades para entrar y permanecer y oficiar misas e impartir sacramentos. Se puede afirmar con cierta seguridad que en realidad nunca se convirtieron al catolicismo, en algunas ocasiones hicieron como que se volvieron católicos, pero a escondidas y por las noches, continuaban practicando su espiritualidad, muy relacionada con la espiritualidad maya y el manejo sagrado del calendario maya.
Durante el Conflicto Armado, fue una de las etnias mayas más castigadas por el Estado represor. Solo por mencionar un caso, la masacre de la finca San Francisco, registró la muerte en manos del Ejército de Guatemala, un 17 de julio de 1982, mujeres, niños, ancianos, hombres adultos, jóvenes. ¡Qué manera de tener presencia del Estado en esta población! Por siempre y para siempre olvidada, pero reprimida cuando osan de defender su territorio y sus recursos naturales. Yich K’isis de población chuj, tiene derecho de saber para qué quieren utilizar sus ríos, sus recursos naturales y qué beneficios les va traer la explotación de los recursos que les ha costado conservar y cuidar por siglos.
Ha sido un pueblo olvidado por el Estado, como todos los pueblos indígenas de este país, excluidos todo el tiempo, excepto en épocas de elecciones y ahora que descubrieron que los chuj han guardado, por cientos de años, sus recursos naturales, están llegando las empresas a despojarlos de lo único que tienen y de lo que viven. Ahora el Estado y los empresarios se acercan a los chuj, no por ser ciudadanos guatemaltecos, sino para explotar sus ríos, sus montañas, sus minerales que ha sido para sí, el patrimonio más valioso que conservan.
Es para llevar desarrollo dicen. Pero sin la participación de ellos, sin el derecho de opinar qué y cómo quieren ese desarrollo. ¿Cuál es el costo para ellos, para la naturaleza y para los recursos naturaleza ese tal desarrollo? Eso no lo dicen, a saber si saben también cuál es el costo beneficio real de tales explotaciones.
Pero ahora que preguntan qué quieren hacer en sus territorios, cómo quieren usar los ríos y cascadas que por muchos siglos han cuidado, qué beneficios les va a dejar la hidroeléctrica y la explotación de los recursos de la naturaleza en la región, cuando, por fin no hay respuestas, se oponen y piden que si no hay beneficios es mejor que no hagan ningún proyecto, los criminalizan, los persiguen, los encarcelan. Y no sería raro que haya otra masacre como la de la finca San Francisco. Ojalá no por supuesto.