Edith González
Las fiestas de Todos los Santos y Difuntos, con los vientos otoñales del norte, son propicios para volar barrilete, especialmente en cementerios.
Aníbal Chajón.
El final del ciclo escolar por fin llegó. Los escolares cumplieron los ciento ochenta días de clase y algunos más y aunque a muchos les parezcan demasiados, apenas representa el 69% de los 260 días hábiles del año. Y es aquí precisamente en donde los cursos de vacaciones toman su importancia, ya que constituyen un valioso aprendizaje extraescolar, junto con las experiencias de vida que en ellos se adquieren, las nuevas amistades en ambientes más libres.
De la misma manera es el momento en que los niños y jóvenes pueden dedicarse a armar rompecabezas, leer, realizar manualidades y aprender actividades que les ayuden a la toma de decisiones y el desarrollo del pensamiento al enfrentar actividades no cotidianas.
El fin de 2018 se acerca. Con su carga de celebraciones tradicionales que iniciando precisamente con la recién pasada celebración del Día de Difuntos y el de Todos los Santos nos abre espacios para disfrutar de los valores de nuestra cultura hasta llegar al fin de año y un nuevo inicio del ciclo escolar.
Esta semana visitamos los cementerios, recordamos a las personas queridas que ya no están físicamente con nosotros, limpiamos y pintamos los panteones, adornamos sus tumbas y elevamos una oración por sus almas además de recordar los buenos y los malos momentos que pasamos juntos que nos llevaron a extrañarles ahora que no están.
Igualmente, este fin de semana largo nos dio la oportunidad de participar y presenciar las actividades tradicionales como la visita a las catacumbas de la Catedral Metropolitana, la Carrera de Cintas en Huehuetenango, el desfile de fierros en Villa Nueva y por supuesto el Festival de Barriletes en Sumpango y Santiago Sacatepéquez.
Una actividad de la que las personas mayores disfrutamos mucho cuando niños. Cuando la ciudad tenía muchas áreas verdes y barrancos adonde íbamos a recoger las varillas para elaborar en grupo los barriletes con papel de china, pita y engrudo de yuquilla, los que luego salíamos a volar a los sitios baldíos en compañía de los amigos de la cuadra.
El historiador Aníbal Chajón ubica los barriletes hacia 1850 con el arribo de emigrantes chinos, quienes trajeron el papel de China con que se elaboran.
Hace veinte años, luego de muchas idas, venidas y pláticas de Federico Carranza, representante del Comité Permanente del Barrilete de Sumpango Sacatepéquez, con el Ministro de Cultura, arquitecto Augusto Vela; el 30 de octubre de 1998 el Festival del Barrilete Gigante en Sumpango fue declarado Patrimonio Cultural intangible por Acuerdo Ministerial No. 461-98 de fecha 30 de octubre de 1998. Lo que motivó a que los promotores culturales del Ministerio organizaran concursos y exhibiciones del barrilete, para preservar una más de las coloridas tradiciones guatemaltecas.
Si de niño voló barrilete, redescubra la emoción con sus hijos o nietos y si no lo ha hecho, aún es tiempo de volar.