Fernando Mollinedo C.
La religión es considerada un derecho humano fundamental al tenor de lo que estipula el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; pues indica que “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
La religión fue un factor de suma importancia en la conquista de Guatemala y demás países en este continente, en el caso de Guatemala, se observa en Salcajá, Quetzaltenango, el primer templo católico construido en 1524 sobre la base de un lugar sagrado, donde los habitantes realizaban sus ritos y oraciones, fue una forma de imponer una nueva religión pisoteando las creencias ancestrales de la población sojuzgada, y constituyó el común denominador de la época evangelizadora.
Muchas guerras en el mundo fueron promovidas y ejecutadas en nombre de la religión, esto causó más muertes que cualquier epidemia o catástrofe natural; algunos la han utilizado como una excusa valedera para matar, y en otros casos, alienta a las personas perseguidas a derrotar a sus opresores: cristianismo contra islamismo y viceversa a través del tiempo.
Es menester decir que también la religión ha salvado muchas vidas humanas; el cristianismo unificó a la Europa medieval antes del aparecimiento del protestantismo; muchas labores altruistas se realizan en el mundo bajo el nombre de determinadas religiones.
El fenómeno social que las personas que no sigan o profesen la religión mayoritaria se exponen a ser discriminadas por sus creencias o prácticas porque son diferentes a la costumbre generalizada de la mayoría de la población. La religión no se manifiesta de forma única en los ritos y costumbres espirituales desarrolladas en los templos o en el pensamiento; se expresa en una forma de vida.
Los días festivos y sagrados, tipo de comidas, la vestimenta, el arreglo personal y otros aspectos cotidianos están influidos u orientados por la religión; tan así que, en el cristianismo guatemalteco se avecinan el Día de los Santos y el Día de Difuntos con sus tradiciones, costumbres, atavismos y creencias religiosas sincréticas. Así mismo, hay días especiales en la sociedad indígena o natural, de garífunas y de los grupos sociales minoritarios como judíos, islamitas, indios, chinos, japoneses y otras.
Muchas personas dedicaron su vida y muerte a la enseñanza, difusión, expansión y defensa de sus religiones; otras la usan como estandarte para fines políticos, económicos, personales e incluso, para pisotear los derechos humanos de grupos sociales adversos a sus creencias o intereses.
Jonathan Swift (1667-1745) político y escritor irlandés escribió: “tenemos bastante religión para odiarnos unos a otros, pero no la bastante para amarnos unos a otros”. Lo anterior podría servir de reflexión a los políticos que se autodenominan cristianos, pero que en el hemiciclo parlamentario actúan sin esos valores religiosos.