Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Ayer, revisando la planificación de La Hora Voz del Migrante, quien ha estado en pleno contacto con las comunidades y por ende con nuestra realidad en torno al tema, Grecia Ortíz, llamaba nuestra atención con un asunto muy particular y es el hecho de que los guatemaltecos han mantenido una constante, dramática y preocupante Caravana Invisible.

Independientemente de las connotaciones que diferentes personas le desean dar a la Caravana iniciada por hondureños, en el sentido que algunos dicen tiene motivaciones políticas, de crimen organizado o los otros en Estados Unidos que dicen que es un tema que se da dentro del marco electoral que está al rojo vivo, lo que hicieron miles de migrantes fue poner sobre el mapa la realidad de nuestros países.

Tienen, casi literal, a buena parte del mundo hablando de ellos y al mismo presidente Trump tuiteando y amenazando, incluso, a aquellos lamebotas serviles que cambiaron una Embajada para intentar frenar la lucha contra la corrupción en Guatemala, Jimmy Morales y a quien los mismos americanos mantuvieron en el poder a la luz de muchísimas ilegalidades, Juan Orlando Hernández.

Y nos señalaba Grecia el tema de la Caravana Invisible y traía a colación aquellas estadísticas publicadas a finales de septiembre y principios de octubre y que demuestran que las detenciones de menores no acompañados se han disparado, así como las detenciones de unidades familiares. En 2017 fueron 14 mil 827 menores no acompañados detenidos en la frontera, pero en 2018 iban 20 mil 071.

En relación a las unidades familiares, en 2017 fueron 24 mil 657 y en 2018 iban 42 mil 757, lo que nos demuestra que seguimos en esa sostenida ruta de exponer a nuestra gente a riesgos y expulsarlos por la falta de oportunidades.

Y no podemos voltear a ver la realidad sin fijar la mirada a esas causas estructurales que generan pobreza, marginación y migración. Mientras sigamos teniendo una justicia en trapos de cucarachas (6 jueces penales por cada 100 mil habitantes, cuando el estándar es 17 por cada 100 mil) nunca podremos pensar en fortalecer un Estado de Derecho que es una de las rutas de cualquier país que desea progreso.

Mientras el sistema político no permita votar por personas (no listados) para el Congreso, los vehículos políticos para acceder no se modifiquen (comités cívicos, por ejemplo) y el financiamiento de fuente ilícita o lícita tenga cancha libre para cooptar a los políticos y por ende al sistema, la Caravana Invisible está garantizada.

Si a lo anterior le sumamos que todo nuestro sistema de compras es una vergüenza y el de rendición de cuentas fue diseñado para permitir la cooptación (a pesar de los recientes esfuerzos del Contralor), debemos entender que el dinero no llegará a donde se debe y como debiera ser. A eso hay que sumarle que el servicio civil (puestos públicos) funciona para pagar favores y no para fomentar la cultura de servicio.

En tema de salud (no tener los casi 5 mil centros de salud y los 44 hospitales conectados por tecnología), en tema de educación no amarrar los ingresos de maestros con los resultados de los alumnos (verificables) y no contar con elementos para la dignificación policial (empezando por su alimentación), son otros factores que nos ofrecen de manera vitalicia el tener nuestra Caravana Invisible.

La crisis de los migrantes hondureños, encarnados en la Caravana, nos debe abrir los ojos en torno a nuestra propia Caravana Invisible que lleva años dándose ante la mirada indiferente y cómplice de todos nosotros, que hemos soportado sin mucho asco el haber convertido a nuestra gente en el principal producto de exportación.

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