La Caravana que empezó en Honduras y se ha ido nutriendo a lo largo de su recorrido por Guatemala y México hacia los Estados Unidos es objeto de enorme atención mundial, y en Estados Unidos se convierte en tema crucial de los últimos quince días de campaña antes de las elecciones de medio período. Los republicanos están siendo beneficiados electoralmente por la avalancha de cobertura mediática hacia la marcha de los migrantes y Trump la utiliza para encender a la base republicana acusando a los demócratas no sólo de, según él, haber organizado la marcha sino de alentarla por su falta de definición en el tema migratorio.

A pesar de las evidencias de la composición de la Caravana, Trump ha logrado vender la idea de que la misma está compuesta por criminales de todo tipo, desde narcotraficantes hasta violadores y asesinos, además de llevar en su mero centro a terroristas, de esos que según Jimmy Morales, Guatemala detuvo para impedir que viajaran a Estados Unidos. Pero no deja de ser muy grave la forma usada por el Presidente norteamericano porque alentando la xenofobia no le basta con decirles terroristas, sino generaliza afirmando que va gente del Medio Oriente, afianzando la tesis de que todos los árabes son violentos.

No cabe duda que una movilización de ese tipo tuvo que ser organizada por alguien aunque lo más probable es que inicialmente haya sido un grupo núcleo relativamente pequeño en comparación con lo que ahora se ve en esa inmensa columna que se desplaza por Guatemala y México. Pero tampoco cabe duda que a los iniciales organizadores y participantes se ha sumado una multitud de gente que no ve en su propio terruño oportunidad de un mejor futuro y se encandila por el llamado sueño americano que ofrece oportunidades que no hay en estos países.

No es casualidad que dos gobiernos arropados por Trump y su política exterior, el de Honduras que se pudo reelegir con la bendición de Washington y el de Guatemala que, gracias a la actitud de Trump, ha acorralado a la CICIG para terminar con la lucha contra la corrupción, dirijan los países que mayor flujo migratorio producen porque precisamente ese tipo de regímenes entregados al saqueo de la cosa pública son los que empobrecen más a los pueblos y generan la imperiosa necesidad de emigrar en busca de oportunidades.

Si no hubiera pobreza cualquier maniobra para provocar una caravana hubiera fallado; es la necesidad la que nutre esa columna que refleja el drama humanitario que se vive en países gobernados por ladrones.

Redacción La Hora

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