Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En septiembre de 2017 la periodista Paola Hurtado escribió: La hijaputada del Congreso, en referencia a aquel Día Infame en el que los diputados anunciaron el lanzamiento del Pacto de Corruptos, porque ya sabían que su cita y la de sus financistas con la justicia estaba cantada y no por una persecución selectiva sino por sus hechos del pasado que reñían con la ley.
En aquel entonces, el CACIF criticó las formas, pero expresó su acuerdo con el fondo de los cambios y prueba de que nuestra interpretación era correcta a aquel famoso comunicado, fue que ayer fueron los primeros y casi únicos que mostraron su alegría por la nueva hijaputada del Congreso.
Para ser francos, lo que pasó el jueves en el Congreso de la República (en claro conflicto de interés) pretende un destrozo a la democracia y la consolidación de un sistema que ha vivido, vive y vivirá para la corrupción y la impunidad en este país y que ha sido muy rentable para unos cuantos, pero terrible para las grandes mayorías.
Salvo que la Corte de Constitucionalidad (CC) enmiende la plana, Don Dinero será, de nuevo, el gran elector del 2019. Los políticos que han recibido, reciben y recibirán dinero de fuente ilícita tienen el camino casi libre, porque la norma que estaba y se mantuvo dice que comete el delito quien “a sabiendas” de que es dinero shuco lo reciba, pero ¿cómo saber que es dinero de fuente ilícita si no hay sentencia firme o algún otro extremo que permita concluir que el dinero es ilícito?
Y en caso del anónimo que es el que “se hacía” con fuente legal, pero usando mecanismos para quedar ocultos, ahora desapareció. Eso en términos comunes es: primero una amnistía porque todos los casos quedarán sin efecto, y segundo, una aberración porque ahora bastará decir la identidad, pero eso no necesariamente será la verdadera identidad del dueño del dinero y tercero, que ahora lo que se dé del viernes a mediodía (antes de la elección) al domingo, ya no será delito.
En otras palabras, los políticos deben ser hábiles con sus proveedores para negociar buenos términos de crédito para recibir dinero en eventos electorales que aunque sirva para pagar gastos de campaña, no serán delito y permitirá generar una nebulosa legal de esas que les gustan a quienes quieren dar la apariencia de legalistas y arrepentidos, pero en realidad son creadores de impunidad y vendedores de espejos. Los que habían metido como gasto deducible los aportes de campaña, hasta por eso pueden estar en paz.
Todo eso pasa en el marco del Pacto de Corruptos y de aquellos que, desde todas las clases sociales, han jurado que nunca se iban a citar con la justicia. Así deben entender las ofensivas del mismo sistema encabezadas por el Ejecutivo y las posturas de respeto o vigilancia que han facilitado la consolidación del sistema.
Debemos tener humildad y reconocer que, por las razones que sea, nuestra indiferencia crónica nos terminó pasando una cara y costosa factura. Se dirá que el miedo que pretendieron infundir al militarizar el país y las maniobras para intentar callar o neutralizar las voces incómodas hizo que la gente se paralizara, pero la verdad verdadera es que dejamos la cancha abierta.
Ahora, con estas condiciones, ya no tienen necesidad de traer a Barbarita Hernández al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para decir que no querían elecciones. El sistema se ha recompuesto, el dinero será el gran elector, los de siempre dirigirán los hilos, las estructuras de militares y de dinero ilícito también tendrán su soltura para actuar.
Lo único que puede cambiar el rumbo de esta historia es usted, es su voz, es su gana de una Guatemala diferente, su compromiso con un verdadero Estado de Derecho y su determinación para rechazar con toda la energía posible, la impunidad sobre la que quieren seguir llevando a Guatemala.