Juan José Hurtado
En la edición del 14 de agosto del 2018 del Diario La Hora, me publicaron un artículo titulado “Una Cultura Preventiva o Reactiva”. Definí los términos y suministré ejemplos, omitiendo dar detalles del más dramático y reciente que podía usar: la tragedia del volcán de Fuego y la falta de planificación para prestar ayuda inmediata, eficaz e indispensable a los afectados.
Para recordar, repito el concepto que tengo de “cultura reactiva”: una respuesta casi inmediata a un fenómeno, a una situación particular, con una forma de pensamiento o de acción. También expliqué lo que entiendo por “reacción preventiva”, algo que trata de evitar que se produzca una situación de daño o peligro.
Nuevamente se está dando un triste ejemplo de nuestra cultura reactiva. Esta vez, en relación a los afectados por la sequía. Hay información aparecida el 9 de octubre del corriente año en el diario elPeriódico en el artículo titulado “Afectados por la sequía deben esperar hasta noviembre por ayuda”.
El contenido del artículo me produjo cólera y mucha tristeza. Hay 297 mil 224 familias afectadas por la canícula, que necesitan ayuda inmediata, pero la recibirán hasta el 15 de noviembre.
La ocurrencia de la canícula, su intensidad y duración desafortunadamente están fuera del control del Estado y de los campesinos que utilizan las tierras del Corredor Seco.
Si tuviéramos una “cultura preventiva” hace mucho tiempo se hubiera propiciado la irrigación de esa área seca de nuestra geografía, que por cierto se está progresivamente extendiendo. Se supervisarían los cultivos, se daría asistencia técnica a los campesinos para evitar o atenuar los efectos negativos de la sequía y se tendrían alimentos en bodega para poder ayudar de inmediato. Pero tenemos una “cultura reactiva”, es decir: hemos visto ocurrir la sequía de esa área regularmente por diez años y seguimos esperando que la catástrofe estacional ocurra anualmente, sin intentar medida preventiva alguna. Esperamos que el problema ya conocido por años se repita para reaccionar ayudando a los damnificados, no siempre de manera muy eficiente, más diría improvisada y a veces politizada.
En la coyuntura actual, dice la noticia periodística: el encargado del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) indicó que la ayuda será la entrega de 3 cupones de Q250 cada uno, a manera de ayudar a los damnificados con Q750 para compra de alimentos. Hay toda una serie de trámites y requisitos para que esta ayuda ocurra.
El coordinador de los programas de Oxfam explicó que “determinaron que el 43% de los 8 mil 633 hogares que evaluaron en el Corredor Seco necesitan ayuda inmediata y que existe una gran porción de los afectados por la canícula, que en estos momentos entran a una etapa de inseguridad alimentaria”.
Para hacer la situación más dramática y que entendamos la necesidad imperiosa de que el Estado y los ciudadanos comencemos a pensar en cambiar de una actitud reactiva a una actitud preventiva, la misma noticia nos indica que: “En septiembre el MAGA admitió no tener alimentos en bodega y que después de un año no licitó un contrato abierto para abastecerse de granos básicos”.
Comparto totalmente la opinión del coordinador de programas de Oxfam, quien indicó que “el MAGA no tiene excusas, ya que, desde julio de este año las instituciones meteorológicas anunciaron que la región centroamericana sería afectada por una canícula prolongada”.
Esto es subdesarrollo, incapacidad y falta de voluntad. Un Estado que se preocupa por sus habitantes tiene entre sus prioridades la Seguridad Alimentaria.