Juan Francisco Reyes

jfrlguate@yahoo.com

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Juan Francisco Reyes López
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Mi experiencia y conocimiento de nuestra querida Guatemala evidencia que los siguientes meses serán un reloj político que avanzará en todo sentido, tanto hacia adelante como para atrás, en lo que implica la terminación del presente gobierno.

Un estadista no se vuelve loco; no importa el número de partidos políticos, el reloj político será casi una locura.

Algo que debe considerarse es la necesidad de revisar, actualizar y modificar la Constitución Política, ello significa analizar seriamente el convocar a una constituyente, la cual deberá ser integrada por personas mayores de 40 años, una tercera parte de ellas deben ser representantes nacionales, al mismo tiempo debe de hacerse un congreso nacional que se dedique a legislar independientemente de la constituyente.

Si nos ponemos a analizar el actual Congreso encontraremos la enorme diferencia de ser diputado de Jutiapa o de ser un jurista y legislador como Oliverio García Rodas, y eso solo es un ejemplo.

¿Cuánto debe ser el período de un gobierno? Cuatro, cinco o seis años? La diferencia sería de suma importancia por cuanto lo que se puede hacer en los diferentes períodos mencionados puede ser un gran cambio que necesita Guatemala.

Llegó el momento de decidir si en Guatemala el binomio presidencial se reelige o no; si se decide por la reelección cómo se hace, de forma inmediata o con un período de por medio, como por ejemplo lo hecho en Chile.

Ser miembro de la junta directiva de CACIF, de una de las cámaras empresariales es totalmente distinto de ser parte de un partido político estable, como lo fue Democracia Cristiana y el Frente Republicano Guatemalteco. La constituyente debe de analizar el contenido político.

Guatemala ha tenido un acierto en la forma en que está redactado quién puede ser Presidente y Vicepresidente, y puede ser que el Vicepresidente sea mucho más experimentado, mucho más preparado políticamente que el Presidente, lo cual es positivo y sino veamos al mismo gobierno de Estados Unidos.

Las decisiones de un estadista son políticas, de envergadura nacional, las decisiones de un diputado distrital son totalmente distintas.

Todos los indicios nos dicen que no debemos de pensar como si fuéramos vegetales, sino como personas que tienen la madurez y la experiencia que nos permitió hacer la constituyente de 1945 y la actual Constitución, la cual sin duda alguna ha sido buena, pero también ha tenido defectos que ya no debemos de seguir cometiendo.

El Tribunal Supremo Electoral es un órgano administrativo, no es una constituyente.

Las cámaras empresariales saben hacer su papel pero bajo ningún concepto tienen la madurez que deben de tener partidos políticos como los que existen en Suramérica y el mismo México.

Un presidente y vicepresidente distintos, maduros, balanceados, solo lograrán una mejor posibilidad de gobierno y desarrollo social, político y económico, de lo contrario seguiremos dando vueltas, como hacen los perritos para encontrarse la cola, y no encontrar la cabeza para pensar, para decidir.

Ojalá que el próximo binomio presidencial sea el balance de un hombre o mujer de derecha, con un hombre de izquierda, para que a través de esa fórmula por fin comprendamos que ¡Guatemala es primero!

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