Mario Alberto Carrera

marioalbertocarrera@gmail.com

Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

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Mario Alberto Carrera
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Entre los cuentos inéditos que dejó Tito Monterroso –y que acabo de descubrir, por casualidad, entre un legajo que por azares del destino ha llegado a mis manos- he descubierto y he elegido para su publicación uno que -por las barrabasadas, desatinos y dislates que consuma el personaje protagónico- creo que es uno de los mejores relatos de escritor guatemalteco que, inspirado tal vez en la futurista distopía de Orwell (1984) escribe un texto –este que les estoy comentando- que redactado hacia 1948 describe unos hechos que Monterroso vaticina que pasarán en octubre de 2018, unos hechos insólitos y, que para los lectores de mediados del siglo pasado (gente aquella que no conocía la corrupción a lo grueso) era imposible que pudieran ocurrir, es decir, que alguien tan peculiarmente pobre en cuanto a atributos mentales (y en general en todo sentido) accediera la primera magistratura del país bananero, aunque en un país bananero –de suyo surrealista- todo puede acontecer.

Debo hacer ver a mi culto lector que este cuento: “El pupilo de Aristónteles” tiene un antecedente muy importante en la cuentística del Premio nacional de Literatura, pues ya Monterroso se había ocupado de personajes -en la Presidencia de nuestra República- igualmente esperpénticos y con rasgos de delirio de persecución que, en este caso, va unido al de delirio de grandeza. Se trata del cuento “Primera Dama”, grotesco retrato de Odilia Palomo de Castillo Armas, antípoda del “Retrato de una Dama” de Henry James. En tal cuento Monterroso (obviamente “ficcionándolo” casi todo) relata la historia de una “first lady” popular y provinciana que gusta de realizar “exquisitas” soirées, en las que recita los poemas más cursis de Darío, como “La cabeza del Rabí”, haciendo la aclaración de que Rubén tiene versos muy buenos, pero ella no lo sabía o no los entendía…

Cuenta Monterroso –en su vidente y agorero cuento de inspiración helénica: “El pupilo de Aristónteles”- a sus sorprendidos lectores de 1948, que hacia 2016 y que, por manoseados y ajados juegos de la oligarquía (y del glorioso Ejército que la apoya y la protege y a financiamientos electorales ilícitos) un payaso llamado Ronald McDonald -alias James Inmorales- llega en 2016 a la presidencia de “Guatekafka”, también conocido como Jimmy I (gran dictador que se pasa a la Corte de Constitucionalidad por donde la espalda pierde su nombre) compañero de Odilia I, señora de Cara de Hacha, a quien debemos el retraso histórico de 70 años que venimos cargando. El autócrata platanero y bananero de Livingston (que habla a veces con acento caribe como su otro alias el negrito Black Pitahaya) nos cuenta Monterroso en su alucinante cuento, ha instalado en ¡mi!, Parque Central, un cuadrilátero en el que patea y patea a un señor colombiano que llega a Guatekafka a levantar la cloaca mayor (caletas hoy) donde guardaba su plata la oligarquía, el Ejército y presidentes y vicepresidenta del país sin límites.

Todos admiraron en 1948 la fantasía descomunal de Monterroso al elucubrar algo tan sin dimensiones como su cuento “El pupilo de Aristónteles”, cuyo comentario y cita de algunos fragmentos, terminaré el lunes próximo.

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