Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Jorge Santos

Luego de la gran crisis económica mundial en 2008, era evidente que estábamos asistiendo a la culminación de una fase del Neoliberalismo y no teníamos claro aún, cuales iban a ser las formas que adoptaría el Nuevo Orden. Sin embargo, existía claridad que este iba a ser aún más despiadado y concentrador de la riqueza. La humanidad fuimos testigos de cómo el gran capital, a través de los Estados optaron por dejar en condición de pobreza y hambruna a grandes contingentes de población, mientras salvaban a bancos y grupos financieros. Fuimos testigos de cómo en el Sistema Capitalista las ganancias están privatizadas, pero las pérdidas debemos solventarlas todos.

A partir de esa fecha, con más o menor fuerza, hemos observado el crecimiento de grupos de extrema derecha y fascista en varios países, al igual que durante la Gran Recesión en 1930, se solucionó con nazismo y luego con la II Guerra Mundial; en la actualidad las propuestas políticas cada vez más autoritarias, violentas y fascistas han ido dominando el escenario político mundial. Hemos sido testigos del crecimiento de la extrema derecha luego de varias elecciones en Europa, al punto de que muchas de estas propuestas han llegado a la primera magistratura u ocupan grandes espacios en varios parlamentos.

Evidentemente que el Continente Americano no ha sido la excepción. Enormes retrocesos se han atestiguado en Estados Unidos de Norteamérica, Argentina, Brasil, Colombia, México, entre otros y por supuesto que la región centroamericana no ha sido ajena. En 2009 el Golpe de Estado en Honduras iba a ser el arranque de esa estrategia de consolidar un Modelo de Desarrollo y de Estado capaz de hacer valer los privilegios y ganancias de los grandes capitales nacionales e internacionales. Luego Guatemala, a partir de las elecciones iba a llevar a la expresión oligárquica militar representada en el Partido Patriota y luego a FCN-Nación; mientras en Nicaragua se consolidaba la familia Ortega Murillo. Hoy, la región nuevamente es sometida con sangre y fuego a los designios de garantizar las grandes inversiones privadas, la extracción de bienes naturales y la garantía de mano de obra barata y semiesclavizada.

El entendimiento de lo que ocurre en nuestros países, no debe partir de un análisis parcial de país por país; aunque evidentemente con sus particularidades, sino más bien como una región de gran interés para las potencias en el Nuevo Orden Económico Mundial y por ende somos vistos como un mercado de más 50 millones de habitantes, bienes naturales importantes y una posición geográfica estratégica. Esta lógica es comprendida por las oligarquías nacionales en Centroamérica, de tal cuenta que su actuación es conjunta, de apoyo y respaldo mutuo entre los diferentes gobiernos dictatoriales de la región. Ese mismo camino debe de ser abordado desde los pueblos, los movimientos sociales, populares, de mujeres y de derechos humanos, con la finalidad de poder plantear una estrategia de avance de la democracia y la inclusión en Centroamérica.

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