Félix Loarca Guzmán
El político uruguayo Luis Almagro ha estado desempeñando un desteñido papel en el puesto de Secretario General de la desprestigiada Organización de Estados Americanos, OEA, entidad que el “Che” Guevara bautizó peyorativamente como el ministerio de colonias de Washington.
Almagro tuvo el cinismo en los últimos días, al visitar Colombia, de “pedir” la intervención militar en Venezuela, porque en su opinión “el tiempo se agotó”.
A lo largo del continente americano, numerosas personalidades, así como grupos sociales, se han pronunciado señalando que la postura de Almagro, representa una violación flagrante de la Carta de la OEA, que en su artículo 19 ordena que ningún Estado o grupos de Estados tiene derecho a intervenir directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado miembro.
Este principio excluye no solo la fuerza armada, sino también cualquier forma de injerencia.
El artículo 21 es más contundente, al puntualizar que el territorio de un Estado es inviolable, no puede ser objeto de ocupación militar ni de cualquier medida de fuerza tomada por otro Estado. La única excepción del uso de la fuerza, es por la legítima defensa.
La actitud asumida por el Secretario de la OEA, Luis Almagro, es un acto no solo ilegal, sino constituye una vergüenza, que atenta contra los anhelos de paz y de unidad de los pueblos del continente americano.
Históricamente, la OEA, ostenta el dudoso “mérito” de servir como instrumento para la intervención ilegal en los asuntos internos de los demás países promovida por los grupos más retrógrados de la potencia del Norte, para apoderarse de sus riquezas naturales o para imponer gobiernos a la medida de sus intereses imperiales.
En la mente de los ciudadanos de América, está presente el reciente fraude electoral en Honduras, mediante el cual, con la anuencia de Almagro y la OEA, se facilitó la reelección del actual presidente Juan Orlando Hernández.
Tampoco podemos olvidar la descarada invasión armada contra Guatemala en 1954, organizada por la CIA, el Departamento de Estado y la compañía frutera UFCO, para derrocar al gobierno nacionalista del Presidente Jacobo Árbenz Guzmán, por el pecado de impulsar un sistema de capitalismo independiente, sin ataduras con ningún imperio, tal como ahora lo hace Venezuela, en medio de una brutal conspiración de las oligarquías de todo el continente.
El académico Marcelo Colussi, en un artículo que escribió en la Revista Electrónica Con Nuestra América, que se edita en Costa Rica, puntualiza que la petición de Luis Almagro de la intervención militar en Venezuela, es una abierta ilegalidad en términos de Derecho Internacional.
Dice que esa propuesta es un llamado a la violencia, incitando a la desestabilización de un gobierno democráticamente electo, y que en el caso de Venezuela, debe quedar claro que el origen del problema, es la voracidad de las empresas petroleras, que anhelan apoderarse nuevamente del oro negro y de otras innumerables riquezas que existen en la tierra del Libertador Simón Bolívar.